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Que verguenza

Martín SIFUENTES

13 de mayo, 2009

Que vergüenza. Y que asco. El espectáculo mediático que estamos presenciando en los últimos días los mexicanos no nos lleva sino a pensar que hemos sido gobernados por una gavilla de insaciables. Insaciables de dinero, de poder, de sangre. Comenzó Carlos Ahumada con el adelanto de su libro “Derecho de Replica”, en el que se lleva de encuentro a ex presidentes, ex gobernadores, gobernadores actuales y políticos de todos colores y sabores. El argentino se da gusto enseñándonos el lodo en el que se paseaban y se divertían nuestros personajes de la vida nacional. Varios días después, extrañamente por cierto, o en sospechosa coincidencia, el tramposo maratonista Roberto Madrazo anuncia en una entrevista periodística que va a publicar también un libro revelador. “Despojo”, dice que se llamará. Y en su adelanto asegura que cada uno en su sexenio, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, pactaron y protegieron a carteles del narcotráfico. Pero no mencionó a Salinas. Y siguió el espectáculo. El miércoles, la periodista Carmen Aristegui recupera una entrevista del pasado reciente con Miguel de la Madrid. En ella, el ex presidente (el único ex presidente vivo que puede salir a la calle y pasearse sin recibir insultos) asegura que Carlos Salinas de Gortari fomentó una gran corrupción entre su familia, que el hermano del ex mandatario, Raúl, tuvo contactos con el narcotráfico y hasta reconoció que se equivocó al designarlo como su sucesor. El desprestigio de Ahumada y de Madrazo es más que evidente. Socialmente están acabados. Moralmente, ni se diga. Pero lo que dijo De la Madrid a Aristegui, dicho por un ex presidente, tiene valor. Que lastima que lo diga muchos, pero muchos años después de los que debió haberlo expresado. Ojala y no se desdiga. No nos vayan a salir ahora con que “por su precario estado de salud, sus dichos no tienen validez”. Sea lo que sea. El mexicano común y corriente, el que trabaja todos los días, el que sufre por la crisis económica y la inseguridad, que está preocupado por el virus de la influenza, el que paga sus impuestos puntualmente, ese que ve por las noches las noticias, no puede si no sentirse triste y decepcionado. Que horrible gente nos ha gobernado. Que fea gente ha estado cerca de la gente en el poder. Que vergüenza.
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