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Carlos López Arriaga

17 de julio, 2022

La muerte del expresidente LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ trae a cuento comparaciones insistentes con ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. El semanario PROCESO lo aborda en su trabajo de portada este domingo.

Los herederos de JULIO SCHERER GARCÍA tienen razones de sobra para recordar la enemistad de ECHEVERRÍA con los medios. Su odio a la crítica, el carácter maquiavélico y ese temple autoritario que lo llevó a fraguar el golpe contra el periódico EXCELSIOR el último año de su gobierno, el 8 de julio de 1976.

Curiosamente, LUIS murió el mismo día 8 de julio pero de 2022, es decir, 46 años después.

Es lugar común señalar sus parecidos con AMLO. La animadversión de ambos hacia la prensa, la vocación de redentores, su decisión de que la economía se maneje desde Presidencia, el nacionalismo petrolero, el presunto liderazgo tercermundista y (por ende) sus desencuentros con Washington.

Todo ello es cierto, aunque las diferencias no son menores. La carrera de ECHEVERRÍA es absolutamente burocrática y chilanga, entre la meritocracia de oficina, la recomendación, el influyentismo, la palanca y el ascenso escalafonario.

Importante fue en sus inicios de carrera la ayuda del poderoso suegro JOSÉ GUADALUPE ZUNO, exgobernador de Jalisco.

Entre los cargos de importancia, será jefe administrativo en la SEP, oficial mayor del PRI y oficial mayor en Gobernación, subsecretario y después secretario en el mismo palacio de Bucareli.

Toda la chamba de LUIS es tras bambalinas, entre oscuros laberintos gubernamentales. Las batallas que libra son de buró, donde reinan los valores entendidos, zancadillas, golpes bajos, complicidades y traiciones.

Muy lejos siempre de la competencia a cielo abierto por el poder. Sin participar jamás en contienda electoral alguna, todo en lo oscurito. Su primera y única campaña fue por la Presidencia en 1970, mero requisito pues la tenía ganada de antemano.

 

DISTINTO CAMINO

La carrera de ANDRÉS MANUEL fue muy diferente, viene de la lucha social. Quiso ser gobernador de Tabasco en 1988, a los 35 años de edad, abanderado por el Frente Democrático Nacional (FDN).

Pierde ante el tricolor SALVADOR NEME CASTILLO. Grita el fraude, emprende marchas y organiza plantones que en nada cambian los resultados.

Busca nuevamente la gubernatura en 1994, abanderado por el PRD. Pierde ante el tricolor ROBERTO MADRAZO PINTADO. Grita el fraude, emprende marchas y organiza plantones que tampoco cambian los resultados.

Su primer éxito llega en 1996 cuando gana la elección interna por la presidencia nacional del PRD. En 2000 conquista la jefatura del gobierno capitalino. Buscará sin fortuna la Presidencia en 2006 y 2012, pero triunfará al tercer intento, en 2018.

ECHEVERRÍA en cambio se formó en la ortodoxia más pura del sistema. Pulió su carácter en la obediencia, la sumisión abyecta ante el superior jerárquico, donde acatar sin chistar era regla implacable.

La lucha de AMLO es a contracorriente. Enemigo público número uno del PRI y el PAN, hubo de sobreponerse a golpes macizos y reiterados de la maquinaria gubernamental. Cayó y se levantó muchas veces.

Se lo dijo en su cara DIEGO FERNÁNDEZ en aquel célebre debate televisivo (marzo del 2000). La narrativa de AMLO “es el discurso perfecto de un luchador social, no se podría esperar otro.”

Curiosamente, esta inercia de lucha que formalmente inicia en 1988 y culmina en 2018, lo lleva hoy en día a seguir confrontándose con sus adversarios, como si aún estuviera en la oposición. Por increíble que parezca, su antigobiernismo sigue vivo. Se llevó el discurso antisistema a la cúspide del sistema. A la silla presidencial.

 

DIFERENTE PAÍS

ECHEVERRÍA, en cambio, fue candidato por dedazo y ganaría en elección meramente simbólica, sin posibilidad alguna de perder. Se impuso con un (hoy inconcebible) 86% de los votos, contra el 14% del panista EFRAÍN GONZÁLEZ MORFÍN.

El PRI obtuvo en 1970 el 100% de los escaños senatoriales y el 80% de los diputados federales. El partido tricolor tenía el control de todas las gubernaturas (incluyendo todos los congresos locales) y el 99% de los ayuntamientos.

Gobernaría LUIS sin oposición legislativa, con prensa sometida y opinión pública débil. Sin esos contrapesos en medios, cámaras, gubernaturas y alcaldías que le ha tocado enfrentar a LÓPEZ OBRADOR desde que llegó en 2018.

Ciertamente, ambos se parecen en muchos aspectos, el estilo personal de gobernar, su protagonismo discursivo, el gusto por el folklor y también su maniqueísmo.

Intelectuales orgánicos de aquel sexenio (CARLOS FUENTES, FERNANDO BENÍTEZ) planteaban que en México nomás había dos opciones: “ECHEVERRÍA o el fascismo”, decían, sin admitir posturas intermedias.

Hoy AMLO lo plantea con otras palabras. “O se está en favor de la cuarta transformación o se está en contra de la cuarta transformación”. Sin medias tintas.

Aunque sus historias personales, los medios que emplearon para llegar al poder, el marco jurídico electoral que privó durante sus respectivos ascensos, las dificultades a vencer y el perfil de sus adversarios fueron enteramente distintos.

Tras la muerte de ECHEVERRÍA los paralelismos abundan en redes y medios. Se subrayan equivalencias, semejanzas. Las diferencias son todavía mayores.

 

BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com

WEB: http://lopezarriagamx.blogspot.com

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