Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
Héctor Garcés
Alberto Guerra Salazar
Angel Virgen Alvarado
José Inés Figueroa
Arnoldo García
Max Avila
26 de enero, 2020
Bastante preocupante la creciente animadversión y hostilidad hacia la población migrante en Matamoros.
Cada vez es más común oír, o leer comentarios negativos hacia los centroamericanos que han llegado a esta ciudad fronteriza. Que si son culpables de los robos, de la inseguridad en la colonia Jardín, que si beben cerveza en el campamento y provocan desorden, que si algunas mujeres ejercen la prostitucion, que no les gusta la comida que se les da, en fin.
La hospitalidad y solidaridad de las que nos hemos jactado una y mil veces los mexicanos, hoy se nos ha olvidado practicarla.
Y se nos ha olvidado también que lo que muchas veces criticamos de la población y autoridades de los Estados Unidos, hoy la estamos replicando, siendo discriminadores, no incluyentes y hasta xenófobos.
Los migrantes no están aquí por gusto. Están por necesidad, por una maldita necesidad que los hizo salirse de su país, por pobreza, por falta de oportunidades, por inseguridad, porque su vida estaba en peligro.
Pero son seres humanos. Y bien puede ser cierto que alguno diga que no le gustan los frijoles con huevo, o que alguno se haya robado una bicicleta, pero está claro que no todos son malagradecidos, ni ladrones, que ahí hay gente honesta, que ahí debe haber muchas personas de buenos sentimientos.
¿No le conmueven a usted los cientos de niños migrantes que están ahí, pasando hambres y fríos? Niños que no van a la escuela, que casi no tienen juguetes, que simple y sencillamente no llevan una vida de niño normal.
Nos debemos pasar por alto además un detalle importante: Casi la totalidad de los migrantes centroamericanos no obtendrán el tan ansiado asilo político en Estados Unidos. Y no aceptarán ser retornados a sus países de origen, así que irremediablemente se quedarán en México. Y muy probablemente sea en Matamoros, o en Reynosa.
Así que quizás en un tiempo no muy largo, veamos a una comunidad hondureña o salvadoreña, integrada a la sociedad matamorense o reynosense, conviviendo en centros de trabajo, escuelas o vecindarios.
Entonces, la animadversión y el desprecio de hoy en día, no tiene sentido.
Los migrantes cada vez estarán más cerca de nosotros.
Y parece que vienen más.
J. Guadalupe Díaz Mtz.
Martha Isabel Alvarado
Jose Luis B Garza
Carlos López Arriaga
Clemente Castro