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El enemigo en casa

Clemente Castro

19 de octubre, 2020

Bien por los jerarcas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su militancia, al festinar los triunfos electorales del pasado domingo que, sin duda, estaban urgidos de logar.

Así se retuerzan los contrarios al tricolor, tendrán aceptar que “palo dado ni Dios lo quita” y más ante las “contundentes e inobjetables” victorias obtenidas en Coahuila e Hidalgo. En la primera al “arrasar” con las diputaciones locales de mayoría y en la segunda al subir su cantidad de presidencias municipales.

Se trata de oxigeno puro para el priismo en tanto que les habían tocado los sinsabores de las derrotas al perder la presidencia de la República y verse numéricamente disminuidos en el Congreso de la Unión y en entidades del país, en cuanto a puestos de elección popular.

Ahora, sin que la situación se haya modificado sustantivamente, dirigentes, seguidores y escribanos aseguran que el PRI está de vuelta lo que no deja de ser un buen eslogan en tanto que les falta trecho que recorrer para que en realidad puedan gritar a los cuatro vientos que regresaron.

Cuidado con sobredimensionar su “hazaña” porque en el pecado pueden llevar la penitencia en el 2021.

Los priistas tendrán que pasar de la euforia al entendimiento de que no es lo mismo hacer labor proselitista y refrendar victorias al ser gobierno, que cuando no cuentan con ese respaldo.

En ese sentido, hay voces que aseguran que los del tricolor volvieron a sacar la maquinaria electoral para arrollar a los oponentes. De ser así significa que pudo haber trampas comunes o un operativo de los más sofisticado para asegurar el llamado voto cautivo e inhibir a los contrarios.

Se sabe que los gobernadores, ante la falta de contrapeso efectivo, cumplen su función tradicional de jefes políticos de las entidades y eso incluye el manejo electoral.

No se duda que, desde el círculo del poder, se hayan enviado a competir a los mejores candidatos, a la par que se perfiló una adecuada estrategia, lo que no deja de ser básico. El pero, que no falta, es que los gobernantes pudieron ir más allá de dejar que el proceso se realizara bajo los principios que deben regir la democracia y cayeron en la tentación o urgencia de meter mano.

Habrá que ver lo que sale, al paso de los días, en cuanto a las maniobras operadas desde las administraciones estatales y las posturas de los árbitros de la contienda que, por ahora, hablan de jornadas ejemplares salvo incidentes menores.

Por lo demás, es evidente que los líderes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) todavía no les cae el veinte y no paran de mandar señales de ser grupos rijosos que quieren controlar su partido para satisfacer apetitos facciosos.

A eso habrá que añadirle que seguramente no escogieron a los mejores candidatos, su estrategia de campaña fue errática y, algo fundamental, carecen de una estructura partidista.

En síntesis, los dirigentes morenistas se vieron incapaces para superar sus diferencias y dejaron que los manosearan, políticamente hablando, intereses externos, cual si fueran novatos en el manejo de éste tipo de temas.

Tal vez el Tribunal Electoral y el INE se dieron a la tarea de ahondar sus diferencias, al grado de que, mientras se llevaba a cabo el proceso electoral y la jornada en si, los que disputan el liderazgo nacional morenista no dejaron de darse hasta con la cubeta.

Una cosa similar sucedió en los pasados comicios en Tamaulipas en donde la lideresa, YEICKOLD POLEVSKY, fue parte de la debacle de su partido en a entidad.

Quiere decir que, junto a los opositores, son las propias tribus de Morena los que siguen haciendo una labor sistemática en contra de su partido y el proyecto presidencial.

A lo anterior tendrá que sumarse el hecho de que el mandatario federal se negó a asumir la jefatura política de Morena y los dejó a su suerte.

De tal modo que los programas federales no se amarran para aspectos electorales, algo que si hacen, de manera magistral, los gobiernos de los estados. Eso debería de estar penado pero según esto no.

El caso es que si el morenismo no reacciona y hace su labor, en el 2021 tendrá que despedirse de su condición privilegiada que aun ostenta.

A los dirigentes de ese instituto les tiene que quedar claro que LÓPEZ OBRADOR no aparece en las boletas y están dejando pasar oportunidades que pueden llevarlos a tener mayores descalabros.

Tamaulipas, Coahuila e Hidalgo son referentes a considerar antes de que el barco se les vaya a pique. Y por lo pronto ya hace aguas.

Da la impresión que en Morena tienen el enemigo en casa. También que perdieron la brújula y se les olvidó la autocrítica.

AL CIERRE

Las desgracias nos persiguen. Recién acaban de despedir a XICOTÉCATL GONZÁLEZ URESTI de la alcaldía capitalina, como si hubiera realizado una labor encomiable, y un juez resolvió que pueden funcionar los parquímetros que estaban inhabilitados en la Calle Hidalgo.

Ni que discutir. El secretario del Ayuntamiento JOSÉ LUIS LICEAGA, asegura que esto se hace en acato de una resolución sobre un juicio de amparo.

Eso de los parquímetros, el abastecimiento de agua y un manojo más de promesas dejó a la deriva el munícipe con licencia.

Usa los números de emergencia responsablemente.
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