Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
3 de febrero, 2011
El mes de enero resultó fatal para la administración de Egidio Torre. Su gabinetazo evidenció enormes agujeros que lo pusieron al borde del naufragio. Uno de los gremios más prominentes en la entidad se rebeló poniéndolo contra las cuerdas; la crisis político-electoral derivada de la candidez de quien decidió traer desde el Congreso de la Unión a un Secretario General de Gobierno y finalmente el resultado contraproducente de las giras del Ejecutivo estatal por la geografía tamaulipeca, hacen una sumatoria de ineficacias y torpezas, muy lamentable para un gobierno que apenas cumplió cuatro semanas.
¿Se puede evaluar un gobierno con tan sólo un mes de operación? Por supuesto que sí. Sobre todo, en el sentido cualitativo. Es decir: en función de su desempeño político.
(Sería injusto, calificar el gobierno de Egidio Torre, por su impulso a la obra pública o por inversiones dirigidas a tal o cual proyecto. Y mucho más injusto, sería juzgar al gobernador, por ejemplo, por la generación de empleos. De otra forma: un juicio cuantitativo sería tan prematuro, como de mala leche).
Una de las variables que reflejan el ejercicio de gobierno, es la opinión pública. (Esa señora indescriptible, que se pasea provocativamente por las páginas de los medios impresos y por las imprescindibles pantallas -TV o PC-). Si tomamos lo publicado y lo mencionado en los medios de comunicación de Tamaulipas y del país, sobre el gobierno de Egidio Torre, en orden decreciente podemos afirmar sin temor a equivocarnos:
1.- El gobernador Egidio, gobierna desde una fortaleza y trae un equipo de seguridad similar al del Presidente Calderón.
2.- El gobernador Egidio, rehúye a dialogar con la Prensa.
3.- El gobernador Egidio, se niega a cumplir con los compromisos políticos signados por su hermano Rodolfo Torre.
4.- Los colaboradores de Egidio, en su mayoría son unos septuagenarios (que no es ningún pecado) que cargan con una visión conservadora y mojigata del ejercicio de la autoridad.
Las giras han consolidado esas erratas de gobierno. En Reynosa, la carga mediática se ocupó más del inusual aparato de seguridad del gobernador, -aparte vejó a decenas de periodistas-, que del mensaje político que Egidio pretendió enviar a los reynosenses. En Nuevo Laredo, igual. En Mante, lo mismo. Y en Matamoros, las informaciones iniciaban con el ya insoslayable: “En medio de estrictas medidas de seguridad…”
¿Dónde se están generando esas ideas que parecen venir de los más acérrimos enemigos de Egidio?
¿Por qué no se atemperaron primero los desequilibrios políticos en las diferentes regiones de la entidad y luego se sacó a placear al gobernador?
¿Por qué no se ha diseñado una política de medios, previa a las accidentadas visitas de Egidio?
Se hacen inaplazables, estrategias coherentes e inteligentes. Lo de Morelitos ya pasó a un plano secundario, con todo lo grave y patético que resulta ya su presencia en el cargo. El área de comunicación social, mucho tiene que explicar en este enero negro de Egidio; localizar a los responsables de la desgracia, es el primer paso para poner a trabajar a los cuadros de mayores destrezas.
De lo contrario, estaremos ante el feliz, pero estúpido, síndrome del cerdito previo a la noche de Navidad…