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“Hay que saber esperrrar”: Kalimán

Max Avila

9 de octubre, 2025

La nueva Ley de Amparo eliminará los excesos originados por el influyentismo. Eso dicen. De resultar cierto habrá que agradecerlo al gobierno de la 4T que pega en el meritito blanco a los grupos y personajes que durante décadas utilizaron tal figura para encubrir intereses inconfesables. Hay polémica, pero lo más gratificante es que ya no será lo que fue, toda vez que recupera el espíritu original; sea proteger ante actos indebidos de cualquier autoridad al margen de interpretaciones torcidas mediante las cuales resultan beneficiados precisamente quienes atentan contra la Carta Magna.

Para ser más claros, el amparo en gran medida solo ha servido para proteger a presuntos infractores de todo tipo, incluidos los de cuello blanco, empresarios y todos aquellos que cuentan con recursos suficientes para contratar a despachos de abogados “de prestigio”, sea especializados en sacarle vueltas la ley. Son los que, al estilo gringo, cobran por hora, en dólares y cuentan con suficientes contactos para que las soluciones sean generosas para sus clientes. Desde luego casos existen donde la magnitud del problema rebasa límites y han de permanecer archivados en espera de mejores condiciones. En este sentido algunos ejemplos son motivo de escándalo que obligan a ser tema presidencial y razón de críticas y ataques a la 4T, como el relacionado con Ricardo Salinas Pliego que sorprende al ciudadano común por la cuantía de lo reclamado.

El asunto es que la nueva Ley de Amparo significará duro golpe a los privilegiados de los gobiernos del PRIAN. Se acabaron los acuerdos a nombre de la hermandad neoliberal, así como “las sugerencias” de orden superior para pagar “favores” originados, por lo general, en apoyos económicos para campañas políticas y partidistas. ¿Quién duda que durante 36 años el gobierno fue de ricos en un pueblo pobre?.

¿La elección democrática del Poder Judicial significa venganza de las masas?. El columnista supone que más bien fue sacudirse el hartazgo callado tanto tiempo por temor a la represión. Y dio resultado porque el cambio llega cargado de optimismo por la sencilla razón de ser pilar fundamental en la construcción del segundo piso transformador. Tampoco hay que hacerse ilusiones, pero hay confianza a pesar de que la aplicación no tendrá efectos retroactivos como muchos quisiéramos nomás pa’ comprobar eso de que “los ricos también lloran”. Pelaos estos.

Mientras tanto, como a la oposición se le acaban los motivos para poner de mal humor a los morenistas, toman de puerquito una vez más a Gerardo Fernández Noroña, quien no tiene más pecado que gastarse su dinerito en lo que le mande su regalada gana sin necesidad de rendir cuentas a nadie. Ni quiera a Doña Claudia. El espacio dedicado por Reforma y otros medios tiene el objetivo que molestar al más severo de los críticos del anterior sistema. Y es que el verbo tajante, filoso, sarcástico y cruel del senador no observa clemencia para los corruptos y traidores y como es incluyente, de paso se lleva a una que otra hembra por brava que parezca. 

Los medios y “analistas” golpean a Gerardo, digo, y éste entre carcajadas prepara el siguiente viaje que si será al extranjero lo hará en primera clase o en vuelo privado si es al interior de la república. Argumenta y con razón que la austeridad no aplica en su persona ya que por pobre fue austero la mayor parte de su vida. Y como dijo aquel, “ahora que puedo comprar carne resulta que me prohiben comerla…¡tiznen a su máuser!”.

SUCEDE QUE

Hay mucha parafernalia respecto de la situación jurídica de Cabeza de Vaca al igual que exceso de confianza en la decisión final de la SCJN. Falta mucho camino por recorrer y no será fácil sentarlo en el banquillo de los acusados. El hombre está en su ambiente y es un profesional capaz de apostar todo a la defensa de su libertad. Así que, por ahora a guardar las luces de bengala, callar la música y suspender la fiesta. “Hay que saber esperrrar” como dijo Kalimán al pequeño Solín.

Y hasta la próxima

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