Bendito aguacate

Jose Luis B Garza

21 de febrero, 2022

Tras casi dos semanas de mantenerse suspendida la exportación de aguacate de México procedente del estado de Michoacán a los Estados Unidos, finalmente el viernes pasado se hizo el anuncio reconfortante de que se reanudaría el transporte de ese apreciado producto vegetal a la Unión Americana.

De acuerdo con las versiones que trascendieron sobre las causas de la suspensión de las exportaciones, uno de los inspectores acreditados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para certificar las buenas condiciones para su comercialización en el exterior del llamado “oro verde”, recibió amenazas, por lo que ante el peligro en que se encontraba él y el resto del personal de inspección se optó por suspender la certificación del producto y, consecuentemente, su exportación.

La comercialización del aguacate no incide solamente en una enorme ganancia para los agricultores. Ellos son los primeros receptores de los beneficios de la venta en el exterior del producto. Tenemos que agregar que en la cadena de suministro los transportistas son directamente beneficiados con el traslado del producto hasta la frontera, con toda la derrama económica que se produce en el comercio y gasolineras desde el punto de partida del manejo de la carga hasta llegar a la frontera. Pero los efectos económicos no son solamente en México.

Además de suministrar un producto que tiene una alta demanda en los Estados Unidos, que tiene su mayor incremento ante la proximidad del clásico “super bowl” de fútbol americano, muchas regiones, comenzando con las que encuentran en torno de las aduanas donde se procesa su importación, son altamente beneficiadas. Una de ellas es el Valle de Texas, particularmente en el entorno de la ciudad de Pharr, donde se encuentra el puente internacional consecuentemente Tamaulipas y particularmente Reynosa, por el que se llevan a cabo las importaciones de más del 60 por ciento de los productos perecederos procedentes de México, entre ellos, obviamente, el aguacate.

Basta transitar por las inmediaciones del cruce fronterizo en territorio texano para darse cuenta que han proliferado bodegas refrigeradas especializadas en la conservación de diversos alimentos.

El pago de las tarifas de peaje de ese puente internacional representa no solamente una fuente económica para la ciudad donde se encuentra enclavado, Pharr, sino para toda la región, además de la consecuente creación de empleos, muchos de ellos altamente calificados de personal aduanal y especializado que participa en inspecciones y certificaciones  y en el consumo de toda clase de productos y pago de servicios.

El aguacate ocupa el tercer lugar en importancia de las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos después de la cerveza, primero; el tequila y el mezcal, segundo, representando para México el oro verde 3,085 millones de dólares en el año 2021 por concepto de su exportación. Es decir, alrededor de ocho y medio millón de dólares diariamente o 170 millones de pesos a la cotización actual, lo que da una idea de la importancia de su comercialización internacional y de la catástrofe económica que significa la suspensión de su envío al extranjero.

Todo eso representa una enorme fuente de divisas que incide directamente en la población mexicana y da ocupación laboral a miles de personas en ambos países.

No se puede menos que reconocer las enormes bondades del aguacate, una verdadera bendición para el país de origen y particularmente para Michoacán.

Pero la pregunta sería ¿Qué pasa con otros productos, agrícolas o industriales, donde no existe la presencia de personal estadounidense que certifica su calidad y que en el caso en mención dieron la voz de alerta ante evidentes amenazas? ¿Están esos otros productores bajo amenaza o, más grave, siendo extorsionados u obligados a alterar la carga o el transporte de productos?