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15 de octubre, 2025

Como partidos políticos se dicen propulsores de la democracia, las libertades y los derechos humanos; como individuos se proclaman difusores de la verdad y los derechos ciudadanos, pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.

Ante la falta de talentos, capacidades, esfuerzos, se ha desarrollado un grupo de sujetos anodinos que han asaltado la opinión pública, procurando llenar la tripa de mal año a base de destruir famas, personalidades, familias, carreras, proyectos de vida personales, insultando y denostando sin el menor rubor o escrúpulo.

Desde el presunto anonimato de las redes sociales, o en la plataforma del cinismo, pseudo periodistas, “influencers”, “granjas” o generadores de contenido, han ido subiendo el tono de sus publicaciones sin sustento, con la idea de extorsionar a sus pretendidas víctimas o causarles daño, al servicio de terceros.

El recurso de las notas falsas para la descalificación política, ya sabe, fue un invento de los conservadores, que tuvo su máxima expresión en Tamaulipas con el PAN y el exgobernador prófugo, misma que siguen usando de cuando en cuando, aunque hasta ahora no les ha funcionado.

De entre los extorsionadores incrustados en el amplio espectro mediático, de un tiempo acá se ha vuelto lugar común el amagar a sus objetivos, con publicaciones de hechos escandalosos, de intimidad, que afecten a los miembros de su familia y el desempeño laboral.

No son pocas las denuncias que andan las rutas jurisdiccionales, de políticos y servidores públicos, contra los difamadores, que quieren hacer negocio destruyendo honras y vidas de las parejas e hijos de quien se les atravesó en sus apetitos insatisfechos.

Ahora es el caso del Rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, DÁMASO ANAYA, un hombre de ciencia y academia, de trabajo, familia, sencillez en el trato y humildad, a quien los perversos y cobardes atacaron, sin pensar en su familia y demás aludidos y aludidas, sin deberla ni temerla.

Los intereses políticos y económicos que puedan moverse, en la intentona por lastimar la buena imagen y el trabajo del Rector ANAYA, no van a alterar el curso de la historia que se está construyendo en la UAT y en Tamaulipas.

No obstante, por ese y otros casos, se ha llegado el tiempo de poner un alto a esa práctica denigrante que, mientras llegan las aclaraciones, no deja de producir víctimas inocentes, que sufren en sus respectivos entornos y eventualmente, conservan cicatrices perennes.

Es la hora de que los equipos especializados y las policías cibernéticas hagan su trabajo de manera exhaustiva y profesional, para identificar y poner ante las autoridades jurisdiccionales a los responsables de estas acciones, a los responsables materiales, a quienes pagan y cobran por tan nefastos servicios.

Aunque, en general, la sociedad tamaulipeca ha sabido identificar y separar los dichos de los hechos,  especialmente en las redes sociales, no se puede seguir permitiendo la impunidad con que se atacan honras y vidas personales. 

En el nuevo orden del humanismo, la legalidad , el estado de derecho y la opción por los más vulnerables no cabe más esas formas delictivas de hacer negocio o trascender agrediendo.

Quienes no han entendido el significado y los alcances de la transformación verdadera más temprano que tarde aprenderán en carne propia. Veremos y Diremos 

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