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El equipo de contracampaña de Luebbert

José Ángel Solorio

4 de julio, 2011

Oscar Luebbert y sus amigos andan muy activos. Quieren regresar a los niveles protagónicos de antaño. Desde María Esther Camargo con su cargo de regidora, pasando por la promotora cultural “pirata” Elsa Sánchez de Gutiérrez hasta llegar al polifacético –por lo polichambista- Adolfo Guerrero Luna a la par del rollizo y flatulante Oscar Alexandre, deseando agradar a su jefe político, pretenden volver a figurar en el escenario político reynosense.

Se desconoce si por órdenes de su patrón o por iniciativa propia, tanto Camargo, como Sánchez, Guerrero y Alexandre quieren –no se entiende de otra forma- revivir las viejas glorias de Luebbert. Se reúnen con sus viejos aliados; concertan complots contra personajes políticos de la ciudad; enfebrecidamente desean ganar cargos sindicales y no desaprovechan evento alguno para promoverse.

Camargo, que nadie sabe por qué motivos aceptó la regiduría –porque lejos de acumularle capital político a su esposo, dimensiona a éste como un ente voraz, insaciable, mezquino; muy bien pudo recomendar a alguien de su grupo y no su consorte que es una suerte de nepotismo y mal gusto- está realizando reuniones con representantes de colonos y algunos representantes de la sociedad civil.

Guerrero Luna como desesperado, quiere a todo trance ser delegado sindical de una escuela a la que nunca ha acudido a cumplir con sus obligaciones laborales. ¿Qué demonios representa para Luebbert una mísera delegación sindical de una escuela modesta? Nada. Menos que nada. Pero el profesor y ex Contralor municipal (que jamás encontró irregularidad alguna en una administración que se caracterizó por sus excesos y sus desvaríos en el uso de los recursos públicos) insiste. Quiere ser delegado sindical.  Cree, seguramente, que con ese demostración de fuerza y presencia el grupo Luebbert consolidará la carrera a la Senaduría de la república del exalcalde.

De la sedicente promotora cultural Sánchez, se puede decir que volvió a la carga con mayores apetitos. Más que aspirar a construir el camino de su primo Luebbert a la Senaduría, se considera mal recompensada por las instituciones ya que presume de inmensas cualidades intelectuales (Es en serio: no se cansa de comentar ese prurito con su amigos más entrañables). De otra manera: cree, que su talento no ha sido reconocido ni pagado puntualmente por el alcalde y el gobernador. Lo de su consanguíneo le vale, al parecer. A ella le interesa ser la Jefa de la Cultura en Reynosa pasando sobre quien tenga que pasar. Y nada más.

En su alucinada carrera por apropiarse de la actividad cultural oficial reynosense, la dama en cuestión ha intrigado en la capital del estado para que le endilguen varias auditorias a la directora del Centro Cultural de Reynosa, Leticia Terán. Confía en que esa presión desde las altas esferas de gobierno obliguen a renunciar a la titular de esa dependencia, para asumir el cargo ella. Y en ese proceso están los auditores: poniendo presión a la es diputada local para que deje el camino libre a la aviesa Sánchez.

  Lejos de sumarle adhesiones a las aspiraciones de Luebbert, la autonombrada promotora cultural le lleva disensos a los anhelos de su primo. Pero ella no lo entiende. Siente que está en su papel de defensora de las (más bien: sus) instituciones culturales.

 ¿Sabrá  Luebbert lo que la estrategia de la promotora cultural ilegítima, le está acarreando con los padrinos de Doña Lety?..

Alexandre por su parte, arrinconado en la Secretaría de Obras Públicas del Ayuntamiento reynosense, muy poco puede hacer. Es un sujeto acotado. Está en ese lugar sólo para legitimar lo que su jefe real le indica. Pero, como experimentado político, hace lo suyo. Su trabajo radica en llevar a su jefe político información de la dependencia a su cargo. Va regularmente a Mc Allen como un auténtico y eficaz corre ve y dile a reportarse con  Luebbert. Bajo los influjos etílicos, creen que tienen en su bolsa la Senaduría.

Por donde se le vea: el equipo de contracampaña de Oscar Luebbert, ya está  en marcha...

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