Reynosa, Tamaulipas
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
    
  
  
  
    
    6 de mayo, 2012
Con un candidato en la cárcel y un dirigente cuestionado por buena parte de las corrientes internas del PRD, la Izquierda tamaulipeca anda dando tumbos en la contienda electoral que transcurre. Nunca como ahora éste grupo social regional había mostrado tan mala salud.
El dirigente Jorge Valdés metido a proxeneta y el político preso Francisco Chavira, han hecho del lamento su más sólida divisa –a su juicio- para convencer al electorado de que el PRD y compañía son una opción. La familia Chavira, que generó su fortuna en alianzas políticas oscuras en Nuevo Laredo, y luego con inexplicables negociaciones con el gobierno del estado que generoso le otorgó varias franquicias para el establecimiento de universidades patito por todo el estado, ahora intenta arroparse con el amigable disfraz de luchadores sociales.
Tenía décadas que los tamaulipecos no veíamos tanta degradación en la política; y en los partidos políticos. Ni el PARM, que utilizó métodos poco ortodoxos de hacer política en su expresión tardía mostro tanta y tanta bajeza a la hora de hacer política.
La familia Chavira y su ex socio Jorge Valdés son un pasivo muy denso para la Izquierda tamaulipeca. Su presencia en el PRD y amigos que los acompañan, han generado repulsa entre la ciudadanía al tiempo de provocar aversión a militar en las filas de unas organizaciones que apestan.
Tanto el clan como el cantinero, no se han andado por las ramas.
Llegaron a hacer negocios con la política y en eso están.
La chica Chavira en su paso por el Congreso del Estado, apenas dijo esta boca es mía. Ocupada en degustar el presupuesto que generoso le obsequiaba el operador gubernamental Ricardo Gamundi, jamásexpresó interés por las luchas sociales y por los problemas de los desprotegidos a los cuales ardorosamente dijo representar.
Con las jugosas dietas y gruesas compensaciones la diputada Chavira operó con gusto al lado de Gamundi, luego que éste la llevara de la mano con el sub secretario de Educación Bladimir Martínez quien abrió las puertas a las escuelas chatarras de la familia Chavira. Almibarados tiempos para estos izquierdistas nuevolaredenses.
En esa época Jorge Valdés también disfrutaba de las miles del éxito empresarial. Sus giros mixtos en Nuevo Laredo, eran ejemplo de productividad pues operaron con horarios amigables que desde el gobierno estatal eran autorizados.
Grotesco espectáculo. Mientras Andrés Manuel López Obrador hace esgrima y se bate contra lo más pútrido de la clase política mexicana, en Tamaulipas sus compañeros de viaje han superado con mucho la descomposición de lo más descompuesto del PRI del PAN y de cualquier otro partido.
Contradictoria conducta. En tanto el tabasqueño es un hombre austero, vertical y hasta donde se sabe honesto, la Izquierda tamaulipeca está más cerca por sus semejanzas con Bejarano, Rosario Robles, Amalia García y demás especímenes que optaron por el camino diletante.
Por otro lado, la Izquierda elegante entre la cual se pueden ver personajes como Héctor Garza González, Emiliano Fernández y Alfonso de León promueven a la Izquierda y a su candidato desde la confortable sombra de sus casas. Apenas mueven entre todos, alguna centena de militantes, pero presumen en los medios y ante el candidato presidencial que tienen miles de seguidores.
Esos personajes tamaulipecos, han frenado con sus actos el crecimiento de Andrés Manuel. Perdieron su oportunidad. Ni siquiera la siempre satanizada izquierda regiomontana ha hecho tan mal trabajo de proselitismo para el candidato de la Izquierda.
En Nuevo León la Izquierda se abrió a los empresarios. En Nuevo León, la Izquierda recuperó su influencia entre las masas estudiantiles. En Nuevo León, la Izquierda incrementó en varios puntos sus simpatías entre los obreros.
En Tamaulipas, la Izquierda terminó siendo un mito.
Un mito y un negocio.
Y un negocio de dos familias.