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Nuevo Laredo

El PARM

Raúl HERNANDEZ

22 de septiembre, 2009

Cuando en 1973 Carlos Cantú Rosas decidió lanzarse en pos de una diputación federal, bajo las siglas del PARM y seguido por un grupo de jóvenes, de menos de 30 años, quizá no imagino todo lo que el parmismo lograría en las siguientes décadas. Cantú Rosas convirtió a Nuevo Laredo en punta de lanza del parmismo, primero al derrotar al líder nacional del magisterio, Eloy Salinas, para después, al año siguiente, ganar la presidencia municipal. Pronto el parmismo se extendió a ciudades fronterizas de Tamaulipas. En Reynosa, con Miguel Treviño Rábago, en 1977, aparentemente le ganó al priísta Rodolfo Garza Peña, pero las elecciones se anularon y se puso como interino a Ernesto Gómez Lira. Más adelante, en 1983, Gómez Lira volvería a postularse como candidato a la alcaldía, esta vez con el amparo del PARM y le ganó a la priísta Ernestina Icaza. En Matamoros, el PARM llevó a la alcaldía a Jorge Cárdenas González en 1981 quien después repetiría en el trienio 1990-1992, pero bajo las siglas del PAN. En 1982 el PARM perdió el registro como partido al no obtener el porcentaje mínimo exigido por la ley. Así parecía terminada la historia del parmismo. Al año siguiente, a falta de registro, los parmistas apoyaron aquí en Nuevo Laredo la candidatura del panista Ignacio Quiñones quien ganó las elecciones en las urnas, pero se la arrebataron en una mesa de negociación en los tiempos en que solo había dos opciones: o se reconocía la derrota y se aceptaba un regalo, o se enfrentaba el aplastante poder del gobierno, en el que todo, absolutamente todo, cabía. Para entonces, Carlos Cantú Rosas ya trabajaba en la recuperación del registro del PARM, lo cual se logró en 1985, cuando de paso derroto al priìsta Reginaldo Elizondo y ganó la diputación federal. Para entonces Cantú Rosas ya era líder nacional del PARM, pero sin duda su máximo momento de gloria lo alcanzó en 1987 cuando Cuahtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo rompieron con el PRI y el primero acepto la candidatura presidencial en 1988 y en pleno cierre de casillas y conteo de votos a la Secretarìa de Gobernación se le “cayó el sistema”, el conteo “callo” y desde entonces hay la percepción de que el PRI perdió la elección. A lo largo de su historia, el PARM siempre cargo con el estigma de partido palero del sistema. La postulación de Cárdenas ayudó a desdibujar esa imagen, aunque aún hoy hay quienes están convencidos de que siempre lo fue. Curiosamente la puntilla se la dio al PARM, Porfirio Muñoz Ledo cuando en el 2000 renuncio como su candidato presidencial, semanas antes de las elecciones. Hoy los parmistas anuncian su intención de regresar a la vida política. Dice el profesor Bruno Alvarez que viejos los cerros y reverdecen. No dudamos de sus ganas. El problema del parmismo es que cuando surgió a principios de la década de los setentas, en el siglo pasado, sus seguidores tenían entre 20 y 30 años. Ya pasaron 36 años, la mayoría supera los 60 años de edad y es que no hubo una escuela de cuadros para formar nuevos militantes. Las nuevas generaciones no tienen referencias del PARM, porque además la forma de hacer política ha cambiado. Hoy el cierre de puentes internacionales, de carreteras y la toma de oficinas públicas, lejos de atraer simpatías, origina todo lo contrario. Los parmistas tienen enfrente muchos factores en contra, pero, por supuesto, no hay peor lucha que la que no se hace.
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