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Valle de Texas

Economía fronteriza dañada

Jose Luis B Garza

19 de agosto, 2019

El pasado viernes se llevó a cabo en la ciudad de McAllen una reunión a la que acudieron directivos de las cámaras de comercio de México, representantes de varias organizaciones de municipios de Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí y Chihuahua, así como un representante del gobernador de Tamaulipas y los alcaldes de Reynosa y McAllen.

Todo eso patrocinado por la Cámara de Comercio de McAllen en un esfuerzo por abordar una serie de problemas fronterizos, entre los que destaca la lentitud, que llega a la parálisis en algunos momentos, del cruce de vehículos y de peatones hacia el Valle de Texas, principalmente por Hidalgo, Pharr y Anzaldúas.

Son impresionantes las filas de personas que se llegan a formar en el cruce en Hidalgo, que conforman una hilera que se inicia a cuadras de las casetas de pago y que tienen que pasar varias horas, quienes resisten, hasta alcanzar a cruzar los puntos de inspección.

Situación similar ocurre con la de vehículos particulares que, forzados a cruzar por una sola línea con un única caseta destinada al pago de peaje llegan a alcanzar kilómetros, sin exageración, en algunos momentos críticos, sobre todo en los fines de semana.

El origen del problema lo conocemos. Cuando menos la explicación que han dado. Personal de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) fue asignado a los centros de verificación y albergue de los inmigrantes indocumentados que son procesados para ser admitidos o no en los Estados Unidos como asilados o aspirantes a serlo y se ha reducido la capacidad de inspección por falta de personal.

Agrava lo anterior los intentos de entrar tumultuosamente por los puentes que conectan con el Valle de Texas por parte de inmigrantes procedentes de varios países dentro de los que se cuentan a Honduras, Cuba, Brasil y Venezuela, por citar algunos.

Lo anterior ha provocado que muchos de los otrora habituales viajeros procedentes de Texas hacia los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, y viceversa, hayan decidido no cruzar la franja fronteriza.

Escuchamos hace días a unos regiomontanos decir que tardan menos en el viaje de más de 200 kilómetros de Monterrey a Reynosa que el tiempo de espera que tienen que destinar en los puentes internacionales  a fin de acceder al lado texano.

Pero todo este irregular proceso ha provocado daños en la economía de la frontera de ambos países que, por lo que se vio en la reunión referida, no han sido cuantificados.

Ni las cámaras de comercio del Valle, ni las autoridades pudieron mostrar un estudio del impacto que tiene en la economía y otros aspectos de las relaciones turísticas, culturales y familiares, aunque una de las conclusiones a las que se llegó en el encuentro binacional es que se buscará la forma de determinar cuál es el costo que tiene el limitar, en aras de un control migratorio, la carencia de suficiente personal en los puentes internacionales para realizar en forma ágil las inspecciones.

Los consumidores mexicanos dejan gran cantidad de impuestos que son destinados a fortalecer la infraestructura y servicios públicos de las ciudades fronterizas texanas, sobre todo aquellas que tiene una tasa adicional impositiva que les es reembolsada mensualmente.

En el lado mexicano ocurre algo similar. Muchos de los negocios favorecidos con la presencia de los visitantes texanos o de otras latitudes, como farmacias, servicios médicos, centros de estética, restaurantes, hoteles y otros establecimientos comerciales de todos los niveles, desde vendedores ambulantes hasta centros de entretenimiento, están resintiendo el semibloqueo a que se está sometiendo a los residentes de la franja fronteriza.

La situación es grave, pero lo es mucho más que las autoridades, legisladores, organismos comerciales, no haya formado un frente amplio que sea capaz de exponer la situación que prevalece y sus dañinos efectos.

Lo del viernes en McAllen es un avance, pero puede quedar sepultado por la falta de acción y organización requeridas, con consecuencias económicas que pueden llegar a ser devastadoras para muchas personas y establecimientos comerciales en ambos lados de la frontera.

La seguridad de nuestros niños y niñas es tarea de todos.
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