Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
16 de octubre, 2025
Las remesas, que por décadas han funcionado como una “válvula de escape” económica para México, enfrentan un futuro incierto y preocupante.
El especialista en políticas públicas, migración y remesas, Jorge A. Lera Mejía, advirtió que el flujo de estos recursos muestra señales claras de estancamiento y posible caída.
En agosto, el Banco de México reportó un desplome del 8.3% en el envío de remesas, tendencia que podría mantenerse durante 2025.
La desaceleración económica en Estados Unidos y la pérdida de empleos en sectores con alta presencia de migrantes impactan directamente el volumen de recursos.
A ello se suma el endurecimiento de la política migratoria y la mayor vigilancia fronteriza, que obstaculizan la llegada de nuevos trabajadores.
La inflación persistente en Estados Unidos ha elevado el costo de vida de los migrantes, reduciendo la cantidad de dinero que pueden enviar.
Si la tendencia continúa, las remesas apenas representarían el 3.3% del PIB nacional en 2025, frente al histórico 4% registrado anteriormente.
Aunque seguirán siendo la segunda fuente de divisas del país, su desaceleración debilitará la balanza de pagos y presionará la estabilidad macroeconómica.
Los estados más dependientes de estos recursos, como Michoacán, Oaxaca, Zacatecas y Guerrero, resentirán un golpe severo en el consumo familiar.
La disminución de remesas reducirá el efecto multiplicador en las economías locales, limitando el crecimiento y debilitando la respuesta ante crisis.
El freno migratorio también elimina un mecanismo histórico que alivió presiones laborales, redujo la pobreza y generó divisas esenciales.
Sin esa alternativa, el mercado laboral nacional enfrentará mayor competencia por empleos precarios y una presión creciente sobre los programas sociales.
La reducción de envíos ya impacta el consumo de millones de hogares receptores, deteriorando el tejido social en comunidades migrantes.
Además, el menor flujo de remesas afecta sectores clave como el campo, las pymes y la construcción, aumentando el desempleo e informalidad.
México también pierde divisas fundamentales para estabilizar su balanza externa, fortalecer reservas y amortiguar choques financieros o cambiarios.
De acuerdo con Lera Mejía, 2025 y 2026 podrían marcar un periodo de estancamiento prolongado o caída significativa en las remesas.
Ante este panorama, el país deberá apostar por nuevas estrategias productivas y políticas de empleo formal que sustituyan el papel de la migración.
La dependencia histórica de las remesas ya no será sostenible; se requieren medidas urgentes para reactivar sectores estratégicos y fortalecer la economía.