Con todo el Poder de la Información

Martha Isabel Alvarado

Dirección General

Fernando Flores

Sub Dirección General

Logotipo Reportes en la Red
El Partenón
Alberto Guerra Salazar

¿Y cuándo apresarán a Francisco?

Alberto Guerra Salazar

José Inés Figueroa

El rey del huachicol

José Inés Figueroa

Arnoldo García

NO ESPECULAR

Arnoldo García

Cd. Victoria

Tiempo de lagartijas

José Ángel Solorio

17 de junio, 2012

Juan Antonio Guajardo Anzaldúa debe estar enojado; muy enojado. Él, que siempre se movió con habilidad e inteligencia entre la maraña de partidos; él, que siempre sobrevivió a las veleidades de las presiones partidarias; él que siempre se adaptó a las reyertas de la vida partidista.

  Su hermano Diego, optó por el sendero fácil del oportunismo y la mezquindad. Oportunismo porque en esa coyuntura dejó colgados de la brocha a sus antiguos correligionarios –los panistas-, que en el pasado le dieron cobijo y soporte para ser Presidente municipal. Mezquindad porque en política la reciprocidad y el agradecimiento también son valores.

Juan Antonio siempre operó con gallardía. Se dijo desde siempre candidato y alcalde ciudadano y así se comportó. Los partidos políticos que le facilitaron las siglas para disputar desde alcaldías, diputaciones federales y senadurías nunca tuvieron una queja de él.

Fueron alianzas de ganar-ganar.

Juan Antonio ganaba elecciones y los partidos ganaban posicionamiento y espacios de autoridad y mando. Y los ciudadanos, se mostraban jubilosos por una alternancia que sentían suya.

Así de fácil.

Así de sencillo.

Guajardo actuaba como el caudillo cívico que siempre fue y los partidos se movían como los grupos de presión que siempre han sido en las regiones.

Todos ganaban.

La vida política de Juan Antonio fue un ejercicio pendular: de la derecha a la izquierda. Nunca mostró fidelidad a partido alguno. El bloque ciudadano que encabezó se percibió sólido porque los acuerdos previos siempre fueron claros. (Claro que de repente afloraban desequilibrios en esa relación, pero el pragmatismo de Guajardo y la actitud acomodaticia de los partidos permitieron superarlos con mesura).

Con Juan Digo el asunto es diferente. Se ha declarado independiente. O más bien: se ha declarado dependiente del PRI y de sus candidatos.

¿Qué tan fructífera para su carrera puede ser esa preferencia tardía del alcalde?

¿Qué impactos tendrá entre una ciudadanía que en apoyo al clan Guajardo construyó una cultura cívica antipriísta?

¿Qué efectos tendrá en la gobernabilidad del pueblo, cuando el Cabildo riobravense tiene importantes cuadros panistas?..

  La falaz argumentación de que se afirma priísta en beneficio de la ciudadanía suena hueca y sin sentido. El pueblo y su ciudadanía, han vivido y percibido progreso, más con administraciones opositoras y menos con administraciones institucionales.

¿Hay que recordar a Benet?

¿Hay que rememorar a los Cavazos?

  Juan Diego se suma a esos aviesos personajes de la política que de rodillas han regresado al PRI: Rosario Robles, Vicente Fox, y Manuel Espino. Quien los conozca, lo menos que pueden pensar es que cambian de camiseta por sus ideales.

  El ex panista es joven. Tendrá mucho tiempo para reflexionar. El nuevo escenario nacional, los renovados aires que se perciben en la región, la respuesta de miles de ciudadanos –que sin duda visualizarán como traición, sobre todo a los ideales de Juan Antonio- a su nueva militancia, y sobre todo sus ex correligionarios en el Ayuntamiento le ayudarán a dimensionar lo errático de su acción.

No es desproporcionado afirmar, que la corriente cívico-electoral que consolidó Juan Antonio está cerrándose como ciclo histórico, con la defección de su hermano Juan Diego.

Triste fin para un movimiento que le dio identidad y alegría a una ciudadanía que inició su lucha aún antes de que nacieran los Guajardo.

El fraterno incómodo, hizo lo que las lagartijas -como decía Severiano Ponce-: la huella que van dejando, la van borrando con la cola…

Más artículos de José Ángel Solorio
El Partenón
Martha Isabel Alvarado

¿Así o más veloces?

Martha Isabel Alvarado

José Luis B. Garza

El Paaaaan

José Luis B. Garza

Carlos López Arriaga

Fiscalía, en cuenta regresiva

Carlos López Arriaga

Clemente Castro

La confianza se construye

Clemente Castro