Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
5 de febrero, 2010
La vacuna contra la Influenza A H1N1, puso a prueba el valor de la clase política... por las inyecciones. La tarea, era tener valor. Por primera vez, el sector salud estatal y la federación, a través del Issste, autorizó abrir la campaña de vacunación al sindicato de trabajadores más grande de América Latina: El SNTE y como niños de educación primaria, nadie quería ser el primero. “Pásele profe”, animaba José Manuel Assad al líder de los maestros, Arnulfo Rodríguez. La enfermera, Liliana Cedillo Molina, de la clínica del Issste, no llegó con una canasta de manzanas para los maestros, al sindicato de la sección 30. Puso sobre el escritorio, una hielera con jeringas para vacunar, al primer grupo masivo de ciudadanos, contra el virus de la Influenza A H1N1. Risas nerviosas, miradas perdidas, rostros camaleónicos, comenzaron a registrarse en Arnulfo Rodríguez, líder del SNTE, cuando levantó la manga de su camisa. Al Secretario de Educación José Manuel Assad, le gritaban: “¡Mira el güero como se pone!”. No, las maestras gozaban con la escena. Assad parecía que veía la jeringa más grande de su vida. La expresión de sus ojos no sólo lo confirmó. El color que fue tomando su rostro, lo dijo todo. -¿Duele?, le preguntó Assad a Arnulfo. -No duele, se escuchó muy simplista el líder magisterial. El delegado del Issste, Sergio Zertuche Romero, se encaminó bien valiente. El niño aplicado de la clase, ‘acostumbrado a esas escenas’, no demostró miedo. Se arremangó la manga, puso el rostro serio. Antes ya se había desahogado viendo al líder del magisterio al titular de la SET y en eso, Liliana Cedillo tomó la jeringa, introdujo el filo de la aguja, sacó el liquido absorviéndolo. La jeringa se llenaba, Zertuche fue volteando su rostro al lado contrario… no quería ver, el niño valiente de la clase. -¿Ya? ¡No sentí nada, que buena mano!… -No, todavía no la aplico, respondió la enfermera, y ahi va Zertuche, otra vez a sufrir. Y los maestros gozando en su día, porque las bromas a partir de ahí, se desataron como en primaria. ¡Ahora Coronado! ¡El profe Raúl!... fue la fiesta de la Influeza para salvarles la vida.