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Cd. Victoria

Ante los compromisos de Egidio, escepticismo e incertidumbre

José Ángel Solorio

18 de julio, 2010

Desde que se le invistió como candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas por la ausencia de su hermano, Rodolfo Torre Cantú, el ahora gobernador electo Egidio Torre Cantú ha sido machacante con su discurso: honraré los compromisos de Rodolfo. Tan reiterativo ha sido, que casi el ochenta por ciento de su discurso es el compromiso (y en este caso no es un asunto de redundancia) de cumplir todos los compromisos que el doctor hizo con diversos actores sociopolíticos de la entidad durante su larga campaña. (Y decimos larga campaña porque Torre Cantú desde la Secretaría de Salud recorrió la entidad varias veces vinculándose con la diversidad política y social tamaulipeca). ¿Los cumplirá? La clase política en estos momentos, es escéptica en ese sentido. El sentimiento que domina la red de actores económicos, sociales y políticos es la incertidumbre. Como una gran cicatriz, una gigantesca interrogante se apareció en el rostro de miles de hombres de poder en la región. Gentes tan relevantes como alcaldes electos de la frontera tamaulipeca, se preguntan ante el vacío dejado por Rodolfo: -Y ahora, ¿qué vamos a hacer?.. El hueco dejado por Rodolfo no es menor. La gran responsabilidad que heredó Egidio, no es una pera en almíbar. Es probable que Egidio tenga claro los miles y miles de compromisos que el doctor hizo con los ciudadanos tamaulipecos; desde aquella ama de casa a la cual gestionó atención médica en un centro hospitalario de primer nivel y que todavía ahí recibe atención (y obviamente está en la incertidumbre de que se le suspendan los servicios médicos por la desaparición de Rodolfo), hasta el acuerdo con las élites del sur tamaulipeco que solicitaron mayor seguridad y mayores inversiones en esa zona; y claro: sin olvidar a Reynosa en donde expuso la certeza de construir gigantescas obras de infraestructura vial. La cuestión es: ¿podrá el gobernador Egidio concretar ese largísimo rosario de tareas? En Río Bravo, aseguró que como gobernador despacharía un día al mes en una oficina abierta ex profeso. E igual en Nuevo Laredo. Ante los obstáculos de movilidad que la red de seguridad personal que lo acompaña, ¿alcanzaremos a ver cumplidos esos compromisos de Rodolfo? Su realización, tiene un grande grado de dificultad. La gente de buena fe, cree que el gobernador Torre va a cumplir. Pero la sensación que se palpa entre la clase política, tanto del PRI como de otra tendencia, es que difícilmente se podrá dar cumplimiento a tan ancho catálogo de convenios que articuló el doctor Torre Cantú. El asunto de la legitimidad El gran problema que enfrenta el gobernador electo en estos momentos, es el de su legitimidad. Y hablo de falta de legitimidad en el sentido más práctico: el de la aceptación. No estoy diciendo que sea un gobernador ilegítimo. Estoy comentando que Egidio está en un una paradoja: tiene su acta de gobernador electo, lo que lo hace un gobernador legal y legítimamente electo. De eso no hay duda. De lo que se está hablando es que la inmensa mayoría de la ciudadanía y de los actores sociopolíticos de Tamaulipas no lo conocen. Y si alguien no conoce a su interlocutor no hay aceptación, es decir… no hay legitimidad. Así de simple. Así de sencillo. Felipe Calderón sabe muy bien eso. La mitad del electorado mexicano hace años que no lo acepta. Sabe que es el Presidente, pero no lo acepta. Eso ha generado una de las peores crisis de legitimidad de la historia de los presidentes de la república. (Ni Salinas de Gortari arrastró tanta ilegitimidad como el actual). Esto nos lleva a la forma en que cada uno enfrentó su ilegitimidad: Salinas con un golpe de timón (el quinazo) y Calderón con la guerra al narcotráfico. A uno le funcionó, al otro todavía no sabemos. En el caso de Egidio, la legitimidad debe buscarse por el único camino que tiene: el acuerdo político. Por eso ha sido tan reiterativo en que cabalmente dará curso a los acuerdos de su hermano Rodolfo. Y es una visión correcta. El asunto es, ¿cómo acordar con miles y miles de factores políticos que se sienten en la orfandad política?.. ¿Alanzará el tiempo para hacerlo? ¿Tendrá Egidio un equipo político como para instrumentar un acuerdo amplio y eficaz con la clase política que ahora se mueve con escepticismo e incertidumbre? Los llamados de la ingobernabilidad No es ocioso decir, que sin legitimidad llega inevitablemente la ingobernabilidad. Y ya se están dando muestras de la inquietud que a los actores políticos locales y nacionales envuelve tras la llegada de Egidio Torre Cantú a la gubernatura. Desde el centro ya se considera a Egidio un gobernador de transición. Un gobernador de dos años. Se alimenta la certidumbre de que al regreso del PRI a Los Pinos, el gobernador Egidio se marchará de su responsabilidad con los tamaulipecos. Cierto o falso esa aseveración lo que evidencia es la ausencia de pactos con los factores de poder en la región. Tamaulipas no es Ciudad Victoria. El estado tiene una diversidad de fuerzas y de expresiones políticas que le imprimen una dosis de complejidad que decenas de gobernadores la han vivido y la han sufrido. El tiempo apremia para Egidio y su equipo. Sobre todo porque seis meses es poco tiempo para tejer una red de alianzas y de pactos para dar gobernabilidad al estado. De hecho, iniciarán de cero. En cinco años de trotar por Tamaulipas Rodolfo invirtió horas y horas de diálogo directo con innumerables ciudadanos. En su peregrinar por la entidad el doctor nunca utilizó intermediarios para condensar. E ahí el gran reto para Egidio. Dar la cara directamente con aquellos para los cuales Rodolfo era el gobernador idóneo. Y es que la tarea de Egidio no se circunscribe a Tamaulipas. Los compromisos de Rodolfo quedaron también con algunos actores nacionales que le incorporaron capital político al doctor como para llegar sin asperezas a la candidatura. Y esos son, los que más riesgo le incorporan al olvido. Los vientos de ingobernabilidad que vienen del centro no son para desdeñarse. El equipo de Egidio ya debería estar desactivando esos inconvenientes. Dejar que se pudran esos indicios de incomodidad política no es saludable para el proyecto del gobernador electo. Sobre todo porque la sapiencia popular indica un mal final para quien mal comienza. En Egidio está, el liquidar esas manifestaciones de escepticismo y de incertidumbre.
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