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¡Viva Hidalgo cabrones!

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15 de septiembre, 2010

Hidalgo sabía que estaba próxima su muerte, en tal circunstancia pidió a sus ejecutores no lo decapitaran como días antes había sucedido  con sus compañeros Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez cuyas cabezas rodaron saciando el odio del realismo victorioso y después como sabemos, fueron colocadas en la parte superior de las esquinas correspondientes del palacio o alhóndiga de Granaditas en Guanajuato. Ahí también permaneció la vigorosa testa del cura libertador diez años, en tanto la guerra evolucionó, maduró y desembocó en otras luchas criollas que poco a poco fueron conformando un país que sigue pendiente de su destino.

Para terminar con la valiosa existencia de don Miguel fueron necesarias cuatro descargas del pelotón, más dos balazos directos al corazón ordenados por el teniente realista Pedro Armendáriz, en tanto una masa llorosa e impotente daba fe del sacrificio de su líder que inerte yacía en el centro de la plaza de san Felipe o de los Ejercicios en Chihuahua. Eran las siete de la mañana del 30 de julio de 1811.

Entre quienes presenciaron el crimen se encontraba Gabina Nátera, “la capitana”, brava mujer y compañera de Hidalgo desde la toma de Guanajuato, justo donde su valor llamó a la pasión del mártir. Gabina llevaba en su vientre al sexto hijo que don Miguel no llegó a conocer.

La misión de Hidalgo en la tierra concluía, pero se comenzaba a escribir la gloria de sus hazañas como hombre y héroe, después de la traición de Francisco Ignacio Elizondo, comandante quien en Coahuila se levantara en armas presuntamente en apoyo de la insurgencia, cuando José Mariano Jiménez controlaba los rumbos norteños.

La aprehensión se realizó el 21 de marzo en Acatic o Acatitla de Baján y en el fuego cruzado murió Indalecio, hijo de Allende. Pero Hidalgo ya sufría la pena de ser prisionero de sus propios generales que lo acusaban del fracaso armado del movimiento tras negarse a ordenar el ingreso a la capital del virreinato, a pesar de tenerla a merced y alcance de la victoria final y total, además de otros titubeos que merecieron sospechoso enjuiciamiento promovido por Allende quien jamás perdonó el carisma y liderazgo de don Miguel.

SUCEDE QUE

Por más lucha que hizo, el gobierno panista no logró clonar los huesos de nuestros héroes. Esta fue la última oportunidad de los conservadores pa’ desconocer la historia. A lo más que llegaron fue a revolver los huesos, pero bueno eso como quiera, al fin de que “polvo eres…”.

El resultado de las elecciones en Río Bravo puede interpretarse de acuerdo al color del respectivo interés, pero de que es una mancha más pa’l pobrino de Richard, eso-que ni que. Digo que el dirigente tricolor tiene que entender que no todo es pura fiesta. Ahora que el asunto le llegó en tiempos difíciles, ni como “desnegarlo”.  Y en cuanto a la actitud del tribunal electoral, ahí queda como lección.

Mientras tanto a Juan Villafuerte se le queman las habas por convertirse en dirigente de la FTT, aunque al parecer ni en su casa lo quieren, mucho menos Joaquín Gamboa Pascoe, ese viejo líder que sí sabe de que lado mascan las iguanas.

Y hasta la próxima. 

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