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Los sobrevivientes a la hecatombe

José Ángel Solorio

11 de marzo, 2012


 

El turbulento escenario político tamaulipeco, ha devorado a buena parte de la clase política. Por la razón de que el PRI ha gobernado por más tiempo y más extensamente –en el sentido territorial- ha sufrido los mayores impactos en su estructura. Los golpes recibidos por el PRD, con todo y que se puedan describir como mediáticamente sonados –los casos de Miguel Ángel Almaraz y Francisco Chavira- son apenas una minucia comparados con los asuntos que traen asoleados a los ex gobernadores priístas, a muchos ex alcaldes y a otros muchos ex funcionarios de las tres últimas administraciones estatales tamaulipecas.

(El PAN está ajeno a esos asuntos toda vez que quien parece instigar, no a que se quebrante la ley pero sí a que se engrandezca en los medios esos excesos, no tiene interés en que se exhiban los estropicios del panismo con el erario y sus alianzas con los poderes fácticos).

Pocos políticos priístas han sobrevivido a la hecatombe. En el sur del estado, de una sociedad política vigorosa y protagónica, nada queda. Apenas asoma en el horizonte porteño, Fernando Azcárraga López. Y empequeñecido porque entra con calzador como una imposición de los factores empresariales nacionales.

En el centro del Estado, la inesperada desaparición de Rodolfo Torre Cantú liquidó las aspiraciones de una buena parte de la familia priista. Por méritos de su estirpe, asoma con sorprendente vitalidad Enrique Cárdenas del Avellano.

Se le suma al victorense, un joven político impulsado por factores nacionales: Tomás Gloria Requena. Nacido a golpes de la cultura del esfuerzo, el hoy alcalde de San Fernando gobierna uno de los territorios de mayor complejidad de la entidad. Y no lo ha hecho mal.

En el norte de la entidad, paradójicamente la zona de mayores incidentes de violencia, tiene en su haber, tres alcaldes que se han adaptado con eficacia al clima de inseguridad e incertidumbre de la frontera: los alcaldes de Nuevo Laredo, de Reynosa y de Matamoros.

Benjamín, Everardo y Ponchito son la tercia de supervivientes al maremoto de temor que vive y ha vivido la región norte de Tamaulipas. Destaca el alcalde de Reynosa, por una razón inobjetable: vive en Reynosa. Tanto Benjamín como Ponchito se refugian por las  noches y los fines de semana en Laredo y Brownsville, Texas junto a sus apreciadas familias.

De esa pléyade de priístas bienaventurados llaman la atención dos por su juventud y por sus expectativas: Everardo Villarreal y Tomás Gloria Requena. El reynosense, en muy corto tiempo se ha instalado entre las élites políticas regionales y nacionales; el sanfernandense, en una larga carrera que contempla más de una década de trabajo sectorial en la CNC, se incorporó a las corrientes nacionales de este sector priista convirtiéndose en uno de los políticos jóvenes más relevantes del PRI.

Hoy se liga a Everardo a priistas tan influyentes como el Coordinador de la campaña del candidato presidencial Enrique Peña Nieto al tiempo de considerársele el cuadro priista de mayor peso específico tras la retirada de la plaza de Oscar Luebbert. A Tomás, se le vincula con la corriente cenecista de Heladio Ramírez y Cruz López; a la vez, se le considera parte de la burbuja amistosa de los muy destacados Manlio Fabio y Marco Antonio Bernal.

Si este fuera un trabajo de análisis prospectivo, tendría que tomar a estos dos actores políticos tamaulipecos, como elementos imprescindibles en los escenarios futuros de Tamaulipas.

Sólo tienen una regla que cumplir: seguir sobreviviendo…

 

 

 

 

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