21 de junio, 2010
Prácticamente en el cierre de las campañas, surge una verdadera guerra de lodo. La elección del ya muy próximo domingo 4 de julio, estará marcada por la sombra de la duda, al darse a conocer en los últimos días, grabaciones de eminentes políticos, en las que se revelan operaciones y manoseos del proceso electoral. La utilización de recursos públicos para fortalecer campañas, es el tema. Si bien no hay partido político que apruebe un examen de moralidad y ética, precisamente, cuando es exhibida de manera abierta la inmoralidad y la falta de ética, cuando la opinión pública reacciona. Y cuando comienza el debate. Unos quedan como vulgares espías, que graban y escuchan conversaciones privadas. Y otros, se muestran como corruptos y manipuladores. Por lo menos dos gobernadores, primero Fidel herrera, después, Ulises Ruiz, de Veracruz y Oaxaca, les han machucado los dedos con la puerta. Y han sido mostrados como lo peor de la fauna política de este país. ¿Y quienes hacen la labor de espionaje, y publicitan sus resultados, como quedan? Es una guerra. Pero una guerra muy sucia. Síntoma de una degradación, que hace solamente que la ciudadanía dude de la limpieza y legalidad de las elecciones. La operación política de los mandatarios estatales en el proceso electoral, no es nuevo. De hecho siempre ha existido. Lo sabe el gobierno. Y lo hacen los mismo priistas, que panistas. Y perredistas. El mayor problema de todo esto, es que de esta manera, lo que se logra es que no tengamos elecciones confiables. Y que cada vez sea menor la participación de la ciudadanía que piensa y razona su voto.