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Martín SIFUENTES

4 de agosto, 2010

Y apenas ayer lo decíamos.

Una tormenta tropical que recibió el nombre Colin se formó  este martes en el océano Atlántico, y avanza en dirección norte-noroeste hacia la costa este de Estados Unidos, informó el Centro Nacional de Huracanes estadounidense, con sede en Miami.

Afortunadamente, según  el trayecto proyectado, la tormenta no ingresaría en el Golfo de México, en donde, aparte del riesgo de que el fenómeno tocara las costas de Tamaulipas, aun se hacen esfuerzos técnicos por parte de la empresa BP,  para sellar definitivamente el pozo averiado, que provocó el peor derrame de crudo en la historia de Estados Unidos.

Nada más nos faltaba que nuestras playas se contaminaran con los restos de petróleo que arrasa ese error humano.

Ya de por si no la vemos llegar con el problema de aguas en el norte y en el sur. Más en la zona fronteriza, en donde, aunque no parezca, porque ciudades como Reynosa y Matamoros en su zona urbana aparentemente están sin ese problema, la verdad es que miles sufren por estar en refugios, por haber perdido todo.

Y para quienes tienen necesidad de trasladarse, no es sencillo. Decenas de caminos están bloqueados por enormes cantidades de agua.

Tamaulipas está ante un franco desastre. Y como que a muchos no les ha caído el veinte. Pero simplemente basta con  intentar un recorrido por la zona rural de Matamoros y Reynosa, para darse cuenta de la gravedad de las cosas. Vaya, resulta más que complicado ir de Reynosa a Matamoros, o de Matamoros a Valle Hermoso, usando las carreteras. Y ya ni que decir de brechas o caminos vecinales.

El alcalde Erick Silva nos confirmaba este martes: “La situación va para largo. Volver a la normalidad será cosa de 3 o 4 meses, siempre y cuando no vuelva a llover”. Algo muy dificl en esta temporada.

Lo comentábamos ayer mismo. Si la madre naturaleza nos castiga tan solo con “la cola” de un ciclón, las consecuencias en el estado serían catastróficas.

Independientemente de que lleguen los recursos prometidos del Fonden, y se apliquen, lo más importante ahora es que bajen los niveles de las presas, de los ríos y de los canales de alivio. Otra descarga de agua proveniente de una tormenta o de un huracán, simple y sencillamente, nos hace polvo. 

A prender las velas y a cruzar los dedos. Agosto y septiembre son meses propicios y peligrosos.

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