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Dictadura perfecta

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27 de julio, 2011

Cuando a principios de la década de los años sesenta, del siglo pasado, se autorizaron los llamados diputados de partido, se hizo por una razón elemental: eran los tiempos del PRI que cuando no ganaba en las urnas, arrebataba los triunfos. Si la oposición estaba condenada no solo a no ganar, sino de paso ser reprimida, el gobierno entendió que por lo menos tenía que actuar con cierta tolerancia, para no caer en una dictadura  feroz y caer, en cambio en una dictadura perfecta, como la definió alguna vez Mario Vargas Llosa y por eso invento los diputados de minoría para que estas tuvieran voz.

Cinco décadas después de que surgieron los primeros diputados de partido –entre ellos el periodista Luis G. Ulloqui, que llegó con el auspicio del PARM—el concepto se amplió y hoy hay senadores, diputados locales y regidores y tenemos una sobre-representación que además cuesta muy caro.

Tan solo la Cámara de Diputados tiene 500 integrantes, para  una población de 112 millones de habitantes en tanto que Estados Unidos tiene 434 diputados, para una población de más de 300 millones de habitantes.

Pero además, en México muchísimos funcionarios  ganan sueldos superiores a los  de sus homólogos de naciones del primer mundo. Ahí está el caso de  los secretarios de estado ganando 205 mil dólares al año, mientras que los de Estados Unidos y Suiza, ganan la mitad y estos sueldazos se repiten en todos los niveles de gobierno, esto además, de la  tradicional corrupción, fenómeno que seguramente jamás desaparecerá en México.

Cuando el PRI-gobierno decidió que era hora de reconocer las derrotas electorales y empezó aceptando que perdió la gubernatura de California, en 1989, empezó a darse una fuerte competencia entre el PRI y el PAN, competencia a la que luego se sumaron otros partidos y fue entonces cuando surgieron voces señalando que  era hora de desaparecer a los pluris, pero es una exigencia ciudadana que difícilmente podrá cumplirse algún día, por la razón de que en México vivimos en un régimen de partidos  y esto no van a cortarse la cabeza ellos mismos, despareciendo las pluris.

Si las pluiris no se pueden desaparecer, al menos deben ponérsele límites, reducir si número, por ejemplo de 200 a 20 diputados federales  y que igual se haga en los Estados y los Municipios.

Incluso  podría  fijárseles  salarios simbólicos,  de un 20 o 25 por ciento de lo que gane el  de elección directa y que los pluris decidan si trabajan a cambio de ese salario, porque realmente les interesa ayudar al pueblo y  si no están de acuerdo que esa posición  quede vacante. Hay que darle certeza a esa trillada frase que  les gusta repetir a los funcionarios de que “yo vengo a servir al pueblo”.  Reiteradamente  escuchamos a payasos decir que no tienen necesidades económicas y que si llegan a un cargo,  su salario lo van a donar a alguna institución de  beneficiencia pública, pero cuando llegan se hacen los occisos  y hasta se enojan cuando se les recuerda  lo que prometieron.

En Laredo, Texas, los  regidores tienen sueldos simbólicos –600 dólares mensuales—que además no cobran, en el supuesto de que tengan ingresos de alguna entidad de gobierno y esto se refleja en un mejor desempeño por parte de los servidores y eso que   ganaron en una elección directa, entonces si ellos pueden subsistir con sueldos simbólicos, igual lo pueden hacer los pluris en México, puesto que quieren el cargo para servir al pueblo ¿o no?.

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