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23 de agosto, 2011

De no suceder algo extraordinario, como una revolución o que el planeta Tierra explote, dentro de un año en México tendremos presidente de la república electo. Notese que el escribidor no menciona nombres porque después de Salinas, Zedillo, Fox o Calderón, cualquiera pudiera ser. Diferente resultaría si triunfara la Izquierda con López Obrador, pero de tan revuelto el asunto ni la confianza asoma.

Si triunfa el PRI, cosa muy probable, el gobierno estará en posibilidades de recomenzar a partir de cómo lo dejó Zedillo. Es decir en bancarrota, sin moral a la vista del portador y con una clase política consumida por las evidencias de corrupción, rencores sin solventar y un montonón de fracasos.

En tales condiciones no será mucho lo que pueda aportar cuando se sabe que en los últimos diez años el PRI, en lugar de aprender de la experiencia prefirió recrear la infamia acumulada por más de setenta años.

¿Recrearla?, por supuesto, toda vez que se refugió en un pasado que no lo dignificó pero  llenó de vergüenza a una nación convencida de que tales gobiernos eran los que merecía. Al menos fue la impresión.

Usted dirá que en la actualidad tampoco nos ha ido bien y a lo mejor hasta “pior”, y tiene razón. En este sentido el deseo de las mayorías es que la gran pesadilla transcurra dejando el campo libre a la esperanza que a estas alturas del partido es el único patrimonio, sea que el pueblo mexica todavía está muy lejos de obtener la victoria, tal vez ni en tiempos extras y menos en tandas de penales, con esa famita de que no le atinamos ni a  balón parado.

Quedamos en que antes de finalizar el próximo año podríamos reestrenar a un presidente de la república tricolor. En este punto no es conveniente que levante la ceja izquierda porque ya sabemos que volverán los tiempos dorados de la fantasía. Todo vendrá del centro y por estos andurriales no se moverá  una hoja sin la autorización del jefe nato de las fuerzas revolucionarias, como en la sucesión estatal del 62 donde la confrontación más fuerte parecía entre Martínez Manautou, de 43 años, senador de la república y médico que como NTZ también lo fue de Díaz Ordaz, y Praxedis Balboa, 62 años y subdirector administrativo de PEMEX.

Todo se inclinaba por el primero, aunque a la larga lista el gobernador a última hora incluyó a su secretario general de gobierno, Rubén González Garza “por si las moscas”.

La solución por supuesto del presidente López Mateos a favor de Balboa a quien en la lista secreta aparecía con el número siete. Para el efecto se utilizó como interlocutor al subsecretario de Gobernación Luis Echeverría quien a las once de la noche del 19 de septiembre transmitió la noticia a Treviño Zapata y éste como que no la creía, al grado que hizo repetir a LEA la clave hasta cinco veces cada vez más fuerte, hasta que no hubo más remedio que aceptarla. ¿Qué bonito, no?.

Pues esos tiempos volverán, como volverá  “lo otro”, es decir, por lo que aun no dejamos de padecer.

2.-Por otra parte, sin ser formalmente un ente político, la UAT produce políticos, algunos no tan buenos pero que gracias al prestigio de la casa de estudios sobreviven como chapulines en comal, al estilo de Humberto Filizola Haces que va a todas porque ello le reditúa poder y todo lo que danza a su alrededor.

Sin embargo en el caso de José  María Leal dicese que su probable ascenso al senado de la república representaría un reconocimiento, al margen de que el hombre tiene que pensar en su futuro como ya lo hacen sus amigos y fans de la frontera y el sur.

Y como la memoria no tiene límites tenemos que recordar que justo Rodolfo Torre Cantú pudo ser el primer gobernador egresado de la UAT.

SUCEDE QUE

Y después de conocer el “parte” oficial sobre seguridad, ¿quiere decir que estamos a salvo y todo ha vuelto a la normalidad?, o seguimos rezando como lo pidió el obispo Toño González, pa’ no resultar víctimas incómodas. Solo es mera curiosidad.

Y hasta la próxima. 

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