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El pantano de las veleidades

José Ángel Solorio

14 de febrero, 2012

  El Distrito III, con cabecera en Río Bravo, siempre ha sido un enigma. Desde tiempos inmemoriales, el PRI ha mandado candidatos a la diputación federal de toda laya. Golondrinos, legítimos, desconocidos y hasta de muy bajo perfil como el médico Gabriel de la Garza. Los resultados de esa práctica, son evidentes: el tricolor ha cosechado, en un distrito eminentemente rural –con todo y que la parte de Reynosa parece darle una confección urbana- pura pepena.

Es decir: frutos meramente residuales.

Eso por supuesto, es asunto menor toda vez que el priísmo de la región tiene una vocación de oposición reincidente.

Lupita Flores puede dar, fe de esa cultura microrregional.

(La inexpresiva matamorense fue victimada en las urnas nada más y nada menos que por la oscura y anodina Omehira López).

  El priismo riobravense es poco dado a mostrar acciones anti institucionales. Ante la imposición calla. Los candidatos desagradables para la militancia, nunca perciben en la vida partidista conductas que reflejen el enfado; son recibidos por el priismo local; son mimados públicamente; se publican fotos de los dirigentes de los grupos de poder aldeanos con el aspirante y hasta les organizan fiestas para demostrar la lealtad política. Los Melhem, los Cavazos, los Cárdenas y demás factores de poder conviven en cenas con los candidatos en ambientes de envidiable unidad; pero terminados los actos, cada cual a su proyecto.

  Son gestos, que forma parte ya de la cultura política en el municipio.

  Eso lo vivió, el mitómano agrarista Librado Treviño. Llegó presumiendo el soporte del gobernador Tomás Yarrington para ser candidato y luego alcalde del pueblo. Los afluentes políticos nomás lo midieron. Le dijeron que sí. Al final en la consulta interna dieron su voto para Edgar Melhem.

 Ese pantano de veleidades del priísmo riobravense también lo sufrió Lupita Flores. Arribó a la comarca con mucho optimismo; pero eso sí: con pocas propuestas. Su rostro insensible, impertérrito, perdió su peculiaridad: al término de la justa electoral se le vio –como dicen los autores de novelas rosas y los cronistas de la página policiaca- con lágrimas en los ojos por lo que consideró la traición de la estructura institucional de la región.

Igualmente el doctor Roberto García tuvo una experiencia similar. Apuntalado para ser alcalde por Rodolfo Torre Cantú, estaba muy sólido en la ruta por la alcaldía. El priísmo riobravense reincidió. Votó por Torre Cantú, pero sufragó contra García y a favor de sus intereses.

La explicación de los escenarios políticos, es multifactorial. Sería injusto considerar que esa actitud del priísmo local por votar sus proyectos de consenso y rechazar los proyectos de poco acuerdo, sea lo que esculpe la derrota del PRI en la región. Estaríamos presentando una interpretación facciosa y fragmentaria. No. También han contribuido a los tropiezos institucionales, la escasa operación política con los factores en la región electoral y la angosta experiencia política de los candidatos que no han podido desentrañar el nudo que ha representado la ladina forma de entender la política de los factores de poder municipales.

Gabriel de la Garza oriundo de San Fernando, cuyo municipio apenas aporta algunos 12 mil votos priístas en un distrito que se gana con al menos 60 mil, ha sido enviado a ese gigantesco hoyo de la discrepancia institucional que es la cabecera del Distrito III.   ¿Podrá..? Grande tarea le dieron. Sobre todo porque su carrera política ha sido de retos, muy pequeños. La alcaldía de San Fernando no es lo mismo que salir a territorio electoral en donde al menos tres municipios de los más extensos, -demográfica y geográficamente- Reynosa, Río Bravo, y Valle Hermoso tienen un priísmo diverso y muy complicado aparte de convivir con un panismo potente y organizado. Como no es igual, repartir sonrisas, colchas, lentes y una que otra despensa, que pedir el voto a un electorado harto de candidatos priístas que no regresan ni por la feria.

Por lo pronto los priístas riobravenses ya le dieron la bienvenida.

Y obvio: se tomaron la foto con el candidato…

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