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El que es, ya lo sabe

Martín SIFUENTES

11 de febrero, 2013

Cuestión de horas para que los priistas de las ciudades más grandes de Tamaulipas dejen de hacer conjeturas, y se conozca la decisión final sobre quienes  habrán de ser los candidatos de ese partido a las alcaldías.

Podría ser hoy, o mañana. En cualquier rato.

Agonía innecesaria, cuando como se supone, la decisión está  tomada. Porque no puede ser, no es creíble que quienes vayan a  ser los “palomeados”, el día de su “destape “se hagan los sorprendidos haciendo la cara de las muchachas que ganan un concurso de belleza.

La lógica indica que quien es, ya lo sabe.

Y que solo se están haciendo los amarres necesarios para que el parto se de en forma natural, sin dolores y sin contratiempos.

Al más puro estilo priista de antaño.

Y llamarán a una reunión en la que un sector, habrá de “pronunciase”  a favor de alguno y todos los demás “coincidirán” en que se tomó la mejor decisión.

Lo hemos visto y vivido muchas veces. Es un ritual extraño en el que el disimulo es el ingrediente principal. Todos saben que es una resolución tomada por una persona, o en el mejor de los casos por dos o tres, y que  nunca es resultado de un consenso o de un profundo análisis.

No hay nada de eso. Los priistas lo saben.

Hoy ya son otros tiempos, y aunque esa práctica sigue vigente, el compromiso de quien resulta favorecido, debe ser mayor. Y es que al menos en Tampico, Madero, Victoria, Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, ciudades en donde habrá un próximo alumbramiento, el ganador va a sabiendas de que tiene prohibido perder.

Van entonces con la advertencia de que dependerá de ellos llevar a buen puerto el barco que recién se les entrega. Y que lo deberán conducir con inteligencia, navegando sobre aguas tranquilas y evitando tormentas. Tormentas que en tiempos recientes y pasados, a veces provocaba la misma tripulación que lo acompañaban.

Por eso, a la hora de que se haga el anuncio, todo debe estar ya bajo control. No puede haber la mínima manifestación de inconformidad. No debe haber ninguna cara de enojo. Mucho menos alguna actitud de rebeldía.

En eso debe estar trabajando desde el pasado fin de semana el elegido. Ese,  que ya sabe que es él. 

 

 

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