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Martín SIFUENTES

3 de julio, 2013

Por fin, terminaron las campañas. Concluyen partidos y candidatos el tiempo para convencer al electorado. A partir de este jueves, se abre una pausa en la que se habrán de guardar, para esperar la llegada del domingo 7 de julio, día en que teóricamente 2 millones, 663, 540 tamaulipecos estarán en posibilidad de votar.

 

Quedará para la historia esta campaña, por ser la primera en que para una elección local, votamos en julio y en noviembre o diciembre, como normalmente ocurría.

 

El bombardeo publicitario del cual fuimos víctimas por parte del IETAM y de los partidos ha hecho que la gran mayoría esté enterado que este domingo habrá elecciones, pero también ha provocado que haya fastidio, y un gran deseo de que esto ya termine.

 

Algunos candidatos no convencieron. La sociedad ha dejado de confiar en los políticos y los partidos políticos son instituciones con cero credibilidad ciudadana.

 

En un entorno particularmente difícil en cada hogar mexicano, por la economía, por la inseguridad, la falta de empleo y los problemas de salud, no podemos esperar un entusiasmo desbordado por participar el domingo.

 

Un reciente análisis destacó que cada tres años, la tasa promedio de ausencia en las urnas, aumenta un 10 por ciento. Y en base a una proyección lineal, se dijo que para el domingo, se puede advertir un abstencionismo del 60 por ciento.

 

Si, 60 por ciento. Es decir, votarían solo 4 de cada 10 ciudadanos. No nos debe espantar esa cifra. Podría no estar alejada de la realidad, pues tan solo volteando a nuestro alrededor, dando una revirada en nuestro entorno, nos damos cuenta que el desencanto es elevado.

 

Ahora, los partidos grandes tendrán la tarea de mover sus redes ciudadanas. “La estructura”, le llaman ellos a la acción de movilizar a su clientela, de una manera casi obligada,  hacia las casillas electorales. Tienen que salvar la elección y sacar de sus casas a ese 30 o 40 por ciento de ciudadanos que si van a participar.

 

Urgen modificaciones  a la forma de hacer elecciones en México. Evidentemente, no fue suficiente la reforma a la ley electoral, porque de fondo, la apatía y el desinterés social, proviene de la forma como han manejado a este país y a sus ciudadanos, desde hace muchos años, sus gobernantes.    

 

 

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