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Los priistas de Matamoros

Martín SIFUENTES

16 de julio, 2013

Ya una vez asimilado el trago amargo por la derrota priista en Matamoros, deberá venir ahora un ejercicio de autocrítica. Pero deberá  ser muy serio, muy duro.

Los miembros de su consejo político, es decir, sus militantes de primer nivel, deben aceptar y reconocer que, o se refundan y cambian de fondo, o en dos años volverán a cargar con una derrota.

Nadie duda que el actual presidente del comité municipal deba salir. Pero no pueden ignorar que eso es una mínima parte del problema.

El resquebrajamiento priista en Matamoros tiene otros orígenes y ellos lo saben. Solo es cuestión de que lo acepten y lo asuman.

Dos o tres personajes han “vendido” por años  la idea de que manejan una importante estructura. Hoy, ya se sabe, que era un engaño. Y que si alguna vez existió tal “estructura”, hoy ya no funciona.

Esas redes, son obsoletas, pues la mentalidad de la gente ha cambiado. El truco de ofrecer desayunos o comidas el día de la elección ya no funciona. La costumbre de dar dinero a supuestos “operadores”, ha terminado por convertirse en un error. La “movilización”, es ya un mito.

Todos esos conceptos deben transformarse. Y si alguien dice que funcionaron en Reynosa o Tampico, tiene razón, pero en esas ciudades, también, pronto terminaran por ser ya inservibles.

El priismo en Matamoros, en el autoexamen que se practiquen, deberá  preguntarse el por que se permiten crear y consentir “grupos”, que están enemistados entre si mismos. La primera condición para el éxito, deben saberlo, es la unidad.

Para ningún priista que haya andado en la campaña, era un secreto el enfrentamiento que traían integrantes de esos “grupos”. Inconcebible, cuando todos, supuestamente, iban por un mismo objetivo.

Entonces, la ineficaz e inexistente “estructura”, el flujo económico mal dirigido, y las pugnas internas, trajeron la derrota. O se renuevan y aprenden, o desaparecen.

Los números son avasalladores: En 2007, Erick Silva logró 99 mil votos; en 2010, Alfonso Sánchez, 93 mil; en 2013, Salvador Treviño, solo logra 71 mil.

Hay una muy sensible baja, muy notoria, muy evidente. Y eso, sin contar el tropiezo del 2012 en la elección federal.

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