Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
30 de septiembre, 2014
Dentro de poco tiempo, la economía mexicana, como en los tiempos de José López Portillo, volverá a petrolizarse.
Solo que en aquellos años, al presidente y a su equipo le fallaron los cálculos y en un abrir y cerrar de ojos el castillo de naipes se derrumbó y nos mandó al país entero a un oscuro túnel del cual si somos estrictos, no hemos salido.
Aquella histórica frase lopezportillesca de que " debíamos prepararnos para administrar la abundancia", fue a parar al archivo de las más dolorosas mentiras presidenciales, pues sabido es, no hubo abundancia, y si en cambio una monstruosa devaluación que nos ubicó desde entonces, a la mayoría de los mexicanos en la miseria.
Viene al cuento todo esto, porque ahora que se habla nuevamente de que gracias a la industria petrolera este país va a ser otro dentro de poco, no deja uno de sentir un ligero temor de que nuevamente fracasemos.
Y no pasemos por alto además que antes de la expropiación petrolera, las empresas extranjeras hacían y deshacían, hasta que Lázaro Cárdenas les puso un alto.
Si, hoy son otros tiempos, y la legislación ha quedado debidamente amarrada para que esta vez no haya fallos, y para que cuando vengan Exxon Mobil, Chevron, Shell, BP, Total o Lukoil, no se lleven todo, sino solamente un justo porcentaje por su inversión.
Las empresas que vendrán a participar en la exploración, extracción y comercialización de nuestros recursos, deberán estar bajo la supervisión y vigilancia de las leyes mexicanas, que hoy debieron haber sido diseñadas para que aquellas historias de saqueos y abusos no se repitan.
Lo mínimo, dicho sencillamente, que un ciudadano mexicano medianamente informado espera de todo esto es, honestidad de nuestras autoridades, respeto a los establecido por la legislación en la materia, un juego limpio por parte de los inversionistas extranjeros, y que esa riqueza que nos han prometido, sea verdaderamente repartida entre los mexicanos, a través de empleos bien remunerados, y una mejor calidad de vida en general para toda la población.
Mientras esto pasa, y hasta no ver realmente beneficios a nivel social, seguiremos teniendo dudas, y sintiendo cierto grado de desconfianza.