Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
21 de junio, 2011
Haga usted cuentas, y se enterará que, el primer aniversario del crimen perpetrado contra el doctor Rodolfo Torre y Enrique Blackmore, será el próximo martes. Hemos iniciado ya la cuenta regresiva de esos siete días, en los cuales, los tamaulipecos estamos a la expectativa.
Hoy voy a tocar el tema, pero no lo abordaré con el bisturí de las hipótesis ó de los escenarios. Hablaré de un rodolfismo más profundo, más intimo y por lo tanto, más emotivo, despojado de las proclamas y de los aspavientos. Alejado del interés político, del cuidado de la imagen y del protocolo. El rodolfismo que vivió y creció sin cámaras y reflectores.
El rodolfismo que simplemente se fundó sobre una familia tamaulipeca, como muchas otras: alegre, unida, fundida muchas veces en los aromas de los antojos que el padre cocinaba, para su esposa ó para sus hijos, en los ratos libres. Entretejida en las llamadas por celular o por los mensajes que el padre hacía, aunque estuviese lejos, o viviese inmerso en el irrenunciable compromiso de la función pública.
Me pregunto: a un año que ha sido de esa pequeña, pero amorosa historia de aquellos que eran cinco seres inseparables: los padres, Beba y Rodolfo; los hijos: Laura, Rodolfo y Paulina.
La gran mayoría de datos informativos que ahora uno puede encontrar sobre Rodolfo, son de carácter político. Estos datos, no aportan nada substancial, solamente indican fríamente el cálculo de las facciones ó de las corrientes, ya sean del PRI o de otros partidos que buscan llevar agua a sus molinos.
Afortunadamente me encontré algo que, sin lugar a dudas, es el texto más íntimo y sincero, que alguien pudiese escribir sobre el doctor Torre. No fue redactado por la mano de algún político, ni tampoco por un funcionario, ni por alguno de sus amigos.
Es un breve recuento de la vida familiar y política de Rodolfo. Está animado didacticamente con monitos. Hecho de amor. Tiene como título: “Rodolfo Torre en dos minutos”. Y fue diseñado y escrito por sus tres hijos, que de esta manera, hacen público, un sencillo pero muy hondo y sentido homenaje hacia su querido padre.
Vale la pena leerlo, porque, como les digo, es la parte más humana, de la historia que siguió su curso, sin que, nadie de nosotros nos diésemos cuenta que, ocurrió..que ha ocurrido con esos seres, que son biológicamente, la herencia misma de la sonrisa y el donde gente, con el cual, el querido doc, se ganó a pulso el cariño de todo Tamaulipas:
“Hace muchos años, en un estado, al norte del país, un destacado servidor público estatal, y su mujer, formaron una hermosa familia tamaulipeca: con principios de honestidad y sencillez, el doctor Egidio Torre y Ana María Cantú, tuvieron cinco hijos. Uno de ellos, quiso seguir el ejemplo de su padre.
Rodolfo nace en ciudad Victoria Tamaulipas, en 1964. Desde pequeño, valores como el respeto y el servicio a la comunidad, fueron algunas de las principales enseñanzas que recibió de su hogar. Al terminar su preparatoria, sale de su ciudad natal, para ingresar a la facultad de medicina de la Universidad Autónoma de Tamaulipas en Matamoros, para después titularse de médico cirujano. En esta institución se desempeñó como profesor titulado.
Su principio parecía ser el mismo: servir a la gente. Y un día conoció a la persona, con la que llevaría por buen camino sus ideales personales y profesionales a lo largo de su vida. Alguien que siempre lo ha acompañado y le ha dado la fortaleza para seguir adelante: Laura Graciela de la Garza, con quien tuvo tres hijos: Laura, Rodolfo y Paulina.
Siempre con los colores verde, blanco y rojo, Rodolfo inició en el Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria. Poco a poco fue participando en campañas locales, estatales y federales.
Fue Director general del sistema DIF Victoria, para luego ser Presidente del Comité Directivo Municipal del PRI. Ganó las elecciones para convertirse en diputado local, y fue Secretario de Salud del estado.
En el 2009 fue electo como diputado federal. Y se convirtió en el coordinador de los diputados federales, priístas tamaulipecos.
El doctor Torre Cantú: un priísta de corazón. Un hombre serio, amable, responsable y trabajador.
Rodolfo Torre Cantú: un hombre de familia. Un ejemplo. Un amigo. NUESTRO PAPÁ”.
Ignoro si este texto fue escrito antes ó después de la desaparición física de Rodolfo. De lo que sí estoy seguro es que sus autores lo plasmaron con todo el amor filial que su padre, motivó en sus corazones.
Hoy lo comparto con mis lectores, como una muestra de esa parte íntima y familiar que en la actualidad muy pocos vemos, inmersos como estamos en un mar de intereses y de rumores que van y vienen.
La política, esa actividad a la cual Rodolfo buscaba dignificar, se está contaminando con la judicialización y la criminalización, en un ambiente por demás nebuloso. Por encima de toda esa madeja de oscuras pasiones, vaya desde esta columna, un saludo para quienes realmente extrañan su presencia: su esposa Beba y sus tres hijos, Laura, Rodolfo y Paulina.
-------------FELIX MEZQUITIC Y SU INTOLERANCIA-------------
A punta de riñones se hizo de un espacio en el movimiento popular urbano. Poco a poco el nombre de Felix Mezquitic empezó a cobrar notoriedad, ante la ausencia de trabajo político por parte de una dirigencia perredista apoltronada en los privilegios, derivados de las prerrogativas electorales, y algunas otras.
Ha sido regidor municipal de Victoria y aspirante a una diputación local. Hasta ahí todo va bien, lo negro del caso es que, éste fortachón, especie de cíclope de la guerra citadina, se ha pasado de la raya, y en su enjundia por avanzar, ha transgredido la ley. Se dice que cuenta con varias demandas penales.
Mezquitic quien hasta hace unos años, era un auténtico desconocido, gano fama, en gran parte, gracias a los medios de comunicación. Hoy, como suele pasar, éste hombre candidato a servir de modelo a algún cuadro de Botero, se erige amenazante. Nadie le niega sus méritos señor Mezquitic. Es usted un rey tuerto, en la tierra de los ciegos del movimiento popular perredista. Se le reconoce su carrera, en el ámbito del precarismo, pero no le de patadas al pesebre mediático, porque eso equivaldría a atentar contra usted mismo.