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Julio, Poncho.. y el dueño del balón

Fernando Acuña

14 de julio, 2011

 Desde  temprana hora, las hormonas de la muchachada ya  formaban remolinos de susurros  y uno que otro grito en el patio interior de palacio. Poco después ya no supe lo que hacían, porque  solo escuché  los  aaaaahhh  de las chavitas desde el salón Independencia. “Eso es señal de que por ahí vienen ya”, dijeron algunos, en el recinto donde los del gabinete y algunos invitados de honor ocupaban  sus asientos.

      El resto, apretujados ,  mirábamos  expectantes hacia el frente. Y  sí, entró el gobernador con sus invitados: dos chavales delgados  y sonrientes, eran los  tamaulipecos  sub-17, Julio Gómez y Alfonso González.

  Julio  es bajito de estatura;  de cara redonda  y tez morena, los clásicos rasgos de nuestra mexicanidad. Sus  ojos destilan picardía, se ve que es despapaye en el buen sentido. Por su parte, Alfonso  es un poco más  reservado en sus gestos. Su piel es un poco más clara. Ambos iban vestidos  con la camiseta versión oscura de la selección.

  Lo primero que ocurrió ahí, fue un discurso de Enrique de  la Garza Ferrer, dándoles la bienvenida.

Después hablaron  los dos  chavitos,  Julio en primer lugar, más emotivo en su charla, muy vivillo en sus conceptos, buscando resaltar  el nombre de su estado natal.

----Sentimos que  nos portamos como guerreros en la cancha, y en nuestro caso, más aun, guerreros  tamaulipecos.

 Uno y otro agradecieron al gobernador  la invitación. Se les veía muy  contentos.

-----Este  día es para ellos, dijo Egidio,  este día no es para mí ni para nadie más, éste día es para que  ellos lo disfruten. En unos minutos más, se trasladarán al estadio, donde les rendirán un homenaje, ante toda la afición. Hoy juega la Sub-20 contra el Correcaminos, la entrada es gratis, el gobierno estatal invita, dijo  el mandatario tamaulipeco.

 Julio  y Alfonso le regalaron al líder de todos los tamaulipecos, dos camisetas de la selección. Egidio por su parte, también les  tenía una  agradable sorpresa: Un  viaje todo pagado para cada uno de ellos y sus familias, con boletos de avión para que disfruten  de unas vacaciones en el centro turístico de sus preferencias. Un Ipod, y algunos otros obsequios, todos en color naranja, concluyendo con dos vendas anaranjadas, lo cual provocó aplausos y sonrisas.

  Enseguida vino la repartición de balones. El gobernador empezó a lanzarlos en cortito a los asistentes más cercanos, en aquel atardecer de lleno completo, en el segundo Piso de Palacio. Los primeros agraciados fueron niños y algunas  damas, incluida la diputada panista Bety Collado. Después   los lanzamientos tipo portero, fueron hacia el flanco de la calle 16, donde estaban  todos  los del gabinete, sentaditos en perfecto orden. El Procurador Bolivar Hernández no dejaba pasar  la de gajos..todas las atrapaba y después las entregaba a  los de la fila  que estaba a sus espaldas. Si así fuera para la justicia, sería formidable, comentó alguien en cortito. Uno a uno los  Secretarios fueron recibiendo  su “oportunidad”. Roberto Danwin recibió una esférica  y se la entrego caballerosamente s su esposa Liby.

     Los funcionarios estaban expectantes..empezó la algarabía..¡acaaaa..!   Acáaaa…vieneeee, vieneeee…Egidio sonreía, mientras  Julio y Alfonso seguían firmando balones a todo  vapor….

  La raza más  gritona , eran los mismos fotógrafos  de deportes, que  demandaban también su obsequio, desde el fondo  del salón.

-----Acá, gober acaaaa,  aviéntenos  un balón,  acá  sí queremos uno,  porque  los secretarios lo que quieren   es  una diputación federal o una senaduríaaaaa  jajaja, festejaban a tambor batiente, los ruidosos.

  El  gobernador estaba feliz. Se le veía realizado junto a aquellos dos pequeños héroes adolescentes, con los cuales posó orgulloso,  al centro, arropándolos con ambos brazos por el hombro, como un padre orgulloso de sus chavos.

----Esto es como una  bendición, había dicho Egidio,  tras explicar que,  con  el triunfo de Julio  y Poncho en la selección Sub-17, se confirma que   la juventud tamaulipeca, está más allá  de los escándalos de violencia. Y se han ganado un lugar de primer orden, en disciplina  y deseos  de superación. Simplemente, los primeros.

  El tiempo  se alargaba. Nadie se quería ir  del  Independencia, mientras afuera en el pasillo del segundo piso,  los grupos de chavitas  se agolpaban contra las puertas, con  sus  exclamaciones  y sus porras.

  Adentro, Egidio seguía repartiendo  el balón, como el capitán indiscutible del sexenio. Discretamente  ubicado, a unos  tres metros del frente, estaba  Pepe Cárdenas. A él  le había tocado uno de los primeros  balones, pero discretamente lo pasó hacia atrás. Sin embargo,  la mirada del gobernador  pronto lo volvió a ubicar. Le envió el segundo, y  Pepé entendió  la jugada: se quedó con él. Lupita Flores también estaba ahí, como mujer exitosa, en la política, una disciplina donde  las féminas avanzan en su calidad de goleadoras, y mas en esta administración.

   Morelos  Canseco  y  Homero  de la Garza, también tuvieron su oportunidad. Egidio siempre les concedió  un lugar  estratégico en el rumbo de sus balonazos. Alfredo González  se portó  tranquilo,  mostrando una discreta sonrisa. “Uno para Alfredo, uno para Alfredo, exclamaba el  Procurador Bolivar que  andaba muy entusiasta. El Secretario de Finanzas  dejó pasar varios balones, como  sabedor de su  poder. Era el  experto del balón financiero. ¿Necesitaba algo más..?

    Así se fueron agotando  los balones, sobre  la  media cancha de palacio. No falta mucho,  para que  los movimientos  de gol sean   candidaturas  a diputados y senadores. ¿Hacia quienes irán dirigidos esos magistrales pases del poder..? 

El dueño del balón se reserva, el misterio de esas jugadas.

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