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14 de agosto, 2011

Dos hechos ocupan la más reciente memoria popular. El escándalo panista que entre azul y buenas noches no pasa de ser un pleito de barrio por la posesión de las canicas, y el foro tricolor que bajo el pretexto de crear una plataforma electoral, ¿pues no la tienen ya?, se realizó el fin de semana.

De la primera ya le digo, solo es un “entre” de pandillas que no tiene más sentido que el reparto de utilidades. Sea de los dineros públicos que en mala hora van a dar a los bolsillos de los políticos y de otros no tan políticos pero igual de gandallas, aunque en esto del reparto no hay diferencia de partidos ni colores porque como decía mi santa abue que Dios ha de tener a su diestra, “todos están cortados por la misma tijera”. ¿Porqué santa Virgen de los milagros aparecidos, seguimos enriqueciendo a tanto parásito?.

El asunto es que en el PAN, como en el resto de esta clase de malignas y en veces diabólicas organizaciones, se disputan lo que debiera ser un patrimonio social, es decir, el poder que dicho sea, sigue concentrado en tan escasas manos que esto se ha convertido en una sucursal de las viejas monarquías. Y pue-que me quede corto.

Y mientras los panistas se parten la progenitora a la luz del día, en el PRI la vida es más sabrosa, tanto que prefieren transcurrir entre sofisticadas ponencias atiborradas de terminajos que a la militancia no le dicen maldita la cosa, pero que de alguna manera le preparan para aceptar que todo pasado fue mejor. Y en ese pretérito está incluida por supuesto, la estancia tricolor en Los Pinos que ahora sabemos, fue una cruel broma del destino.

Entre PRI y PAN hicieron que México perdiera poco más de 80 años de esperanza. Y van por más.

Van por más insisto. Durante la reunión patrocinada este sábado en Victoria por la Fundación Colosio, que aquí entre nos sigo sin entender de qué se trata cuando hasta el hijo del mártir la critica y condena, ahí pues, se dijo que el PRI irá con los mejores candidatos a las elecciones que se aproximan. Pregunto y me pregunto, ¿habrá consulta popular pa’ seleccionar en serio a los que bien lo merezcan o solo es el cuento de Blanca Nieves y los siete enanitos?.

Hace seis años al PRI le fue como en feria. Los azules le pegaron arriba, abajo y por la retaguardia, sobre todo por esta última, y hasta ahora no hubo explicación del fracaso, queda la duda, cierto, pero nomás la duda. Perdieronse cinco de los ocho distritos y las senadurías, y si Amira Gómez se coló fue porque  se puso buza caperuza instalándose en la primera minoría.

Y no es por echarle que ni falta hace, pero en el señalado aquelarre y ya encarrerado el ratón, (no es alusión personal), Luchino Cervantes visualizó al México que el PRI desea: es decir, seguro, progresista, equitativo, con justicia social y democratico. ¡La locura chico!. El escribidor vuelve a preguntar, ¿y di’onde lo va a sacar si en setenta años el PRI hasta las cenizas se llevó?.

Por su parte Marco Antonio Bernal quien no oculta sus ambiciones de convertirse en senador de la república, “p’a seguir mamando” como decía Juan José Guevara, asegura que su partido privilegia “la discusión de ideas y el diálogo político con la sociedad”. Creo que no debieran dialogar ni discutir ideas, más mejor que permitan la participación de la militancia “de a devis” y no usándola solo para efectos electorales. ¡Órale!.

2.- Ahora sabemos que Tamaulipas fue importante aportador de pobreza en los últimos dos años. Por acá  el número de hodidos creció según el INEGI, junto a Chihuahua, Nuevo León y Baja California completando entre todos la bonita suma de 3.2 millones entre el 08 y el 010. Así que por ahora no hay nada que presumir. ¿A quién echarle la culpa?, ¿a la inseguridad?, ¿a la irresponsabilidad de la “representación popular”?, ojo, iba a escribir “al importamadrismo de los políticos”, pero no quiero agregar más angustias a los chamacos a punto de regresar a clases. A lo mejor a la doctora Polo-polo que a diario nos muestra la triste condición humana.

La realidad es que los pobres ahí  están y ni modo que sea un invento del INEGI. Y esto señoras, señores, no se resuelve con discursos ni falsas expectativas, “muncho” menos en foros “de consulta y diálogo” de florido verbo engañador. ¡Ah, bruto!.

Y hasta la próxima. 

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