Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
5 de febrero, 2012
En mi paso por las redacciones de periódicos victorenses conocí a dos personajes que son fundamentales para entender el rol de los medios en la capital del estado. Uno de ellos, fue Don Alfonso Pesil Tamez; el otro, fue Don José Villarreal Caballero.
Eran dos personalidades diferentes. Don Alfonso era culto; muy culto. De hecho los encuentros que tuve con él por diversas razones, siempre tuvieron lugar en su amplísima biblioteca; y siempre la convivencia se daba en medio de charlas salpicadas con menciones a sus extensas lecturas.
Vestía Don Alfonso, muy formal. Traje azul, camisa blanca, corbata oscura. De verbo didáctico, su tono de voz se asemejaba a la de un profesor. Cada palabra tenía un estricto acomodo. De ideas claras. Su prosa –escribía una columna diaria- era igualmente cadenciosa aunque con un inocultable estilo decimonónico. Pontificaba en sus textos con la autoridad de quien ha vivido acontecimientos históricos de la política desde la primera fila.
Era un humanista.
Como los son casi todos, quienes han leído a los clásicos griegos.
(Me contó emocionado que en alguna época de su vida había actuado en una obra de teatro en Ciudad Victoria).
Don José Villareal Caballeros, era un empresario. Pragmático, esquemático, todo lo medía por pesos y centavos. No escondía su religiosidad y su fe por los efectos mágicos de las pirámides. Agresivo como pocos en la competencia empresarial. En algunos años había convertido su diario El Mercurio en un referente de la ciudad y en una preocupación de los competidores en el mercado de los medios en la capital del estado.
Como todos los empresarios Villarreal Caballero tenía una lógica mercantil avezada y desarrollada como pocos. Poseía un olfato sensible para ubicar la ganancia en las relaciones comerciales. Dominaba el negocio de bienes raíces; el negocio del gas butano; el negocio de los muebles, y el negocio de la noticia.
Nada del mundo comercial le era ajeno.
Era un auténtico capitán de empresa.
Pesil Tamez quien por años había dirigido y era socio de El Diario de Ciudad Victoria, me contó cómo el entonces gobernador Enrique Cárdenas González se apropió del periódico.
“El periódico era de José Cruz Contreras”, me dijo.
Desde su poltrona de la biblioteca, Don Alfonso me decía lo que me decía, sin odios y sin rencores. Su voz era la de un hombre pleno, que la vida le ha dotado de todo como para perder el tiempo en los laberintos de la mezquindad.
Sorprendido, ingenuo, le pregunté:
-Necesitaba dinero Cruz Contreras..?
Desde su sapiencia, viéndome con cierto dejo de condescendencia me respondió:
-No. Nada de eso-, apuntó. “Cárdenas González amenazó con retirar las concesiones de transporte público en Reynosa a Pepe (Cruz Contreras) si no le vendíamos el periódico. De esa forma El Diariocambió de dueño”.
Quedé boquiabierto.
“Tráigale otro refresco a Solorio”, dijo a su silencioso ayudante Don Alfonso.
Sin darle importancia al tema, empezó a platicarme de su amistad con los gobernadores de Tamaulipas.
El razonamiento de Villarreal Caballero fue impecablemente empresarial. Rodeado de monturas, y de portadas de decenas de diarios de diferentes partes del mundo, me confió en uno de esos encuentros que los aniversarios de su periódico nos permitieron:
-Yo era sub tesorero con el gobernador Ravizé (si mal no recuerdo) y me di cuenta de lo que ganaban los periódicos de Tamaulipas. Y de lo sencillo que parecía.
Ante esa lógica tan contundente ni siguiera pude hacer un cuestionamiento para ocultar mi estupefacción. Él quizá, para obviarme suspicacias me dijo:
-Y puse un periódico…-