Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
14 de agosto, 2014
Ahora que el tema de los salarios mínimos en México ha sido trepado al debate nacional, vale la pena reflexionar brevemente sobre lo que conlleva ese asunto para la vida nacional, y para lo cual es importante establecer que no se trata de algo sencillo, sino mas bien que estamos ante un punto complicado y mas que delicado.
Nos debe quedar muy claro que, efectivamente, el salario mínimo en nuestro país ha perdido más del 70 por ciento de su poder adquisitivo real en los últimos años y que es imperioso tomar medidas para no seguir dejando en estado de indefensión a los casi 7 millones de mexicanos que hoy en día lo perciben. Y a los más de 12 millones que ganan entre uno y dos salarios mínimos al día.
Y si, tienen razón aquellos que dicen que un aumento al mínimo no podría efectuarse por decreto.
No se necesita ser un experto en economía para imaginarse que un aumento de 67 a cien pesos, como lo proponen, generaría inflación y desempleo, cierre de empresas y aumento de costos.
Es decir, un regreso a los 70s y a sus políticas populistas.
No termino por entender a los políticos y partidos que están promoviendo esto, porque su propuesta es superficial y hasta con tintes oportunistas.
La lógica es simple: Si aumentar el salario mínimo fuera tan sencillo, desde hace mucho tiempo se hubiera hecho.
Esto va más allá de una propuesta alocada que solamente contiene una verdad: Si, es necesario actualizar el salario mínimo, pero debe hacerse con cautela, con un análisis previo y profundo.
Debemos entonces agradecerles a esos políticos como el panista Gustavo Madero o el perredista Miguel Mancera, haber iniciado el debate. Y hasta a las opiniones más descabelladas, como la del líder del PRD en el senado, Miguel Barbosa, quien dijo que “para que un trabajador cubra sus necesidades alimentarias, de educación y vivienda debería percibir un salario mínimo de 548 pesos diarios”.
Habría que darles las gracias, porque aun y cuando no fuera su verdadera intención, (porque es más fácil entender que su intención era política) lograron que hoy se hablara de algo que era urgente, como la revisión de lo que ganan esos millones de mexicanos que están sumidos en la pobreza y la desesperanza.
En las próximas semanas o meses, seguramente habrá una mejora salarial, con la suficiente protección para que no genere desempleo o inflación.
Estoy seguro que se encontraran los mecanismos para que se den mejores pagos a los trabajadores, a la par de un aumento en la capacitación y la productividad.
Y que será posible que desde el gobierno, a todos los empresarios se les propicie un ambiente de negocios más favorable, con menos carga de impuestos.
Ahí está la clave.
Reformas debidamente aplicadas. Menos corrupción gubernamental. Y verdaderas ganas de cambiar a este país.