Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
29 de agosto, 2011
La ley sobre Juegos y Sorteos en México, es tan anciana como las señoras de edad, que murieron asfixiadas por el humo, en el interior de un casino regiomontano. Data de 1947, y en el 2004, fue auxiliada por el oxígeno de un polémico reglamento.
En nuestro país, los casinos nacieron con Plutarco Elías Calles, y fueron prohibidos en 1938, durante el mandato del General Lázaro Cárdenas. Posteriormente, Fox los revivió. Ciertamente, la nuestra es una sociedad que gusta de hacer apuestas, no solo políticas, sino también en el impredecible vértigo del azar.
Durante las poco más de 85 ferias que anualmente se realizan a lo largo y ancho del territorio nacional, la gente participa en casas de juego, amén de las rifas y los sorteos, que uno se puede encontrar en ellos.
Muchos de estos, son auténticos “desplumaderos” que funcionan con el aval de las autoridades federales. Hace años, en lo que fue la Feria realizada en las modernas instalaciones del Parque Bicentenario, me encontré una de esas noches, con un tipo que, ofrecía regalos de 10 o 20 mil pesos. Televisores, computadoras o cosas parecidas. Cualquier incauto podía dejar ahí, en solo 20 minutos, hasta cinco o diez mil pesos, sin obtener nada a cambio.
El tema de los casinos, ha estado en las más altas tribunas del Congreso mexicano. Las legislaturas LVII, LVIII, LIX y LX lo han abordado, generando fuertes polémicas, y lógicamente sin llegar a ponerse de acuerdo. Dos de los partidos que han planteado el tema, son el PAN y el PRI. Hasta los funestos acontecimientos ocurridos éste 26 de agosto en Monterrey, ambas fuerzas políticas coincidían en la imperiosa necesidad de actualizar la vetusta ley en la materia.
La realidad desnuda es la siguiente: más allá del llamado juego público, que incluye nuestra tradicional lotería nacional y otros sorteos más jóvenes, lo cierto es que, los juegos privados de los casinos, carecen en lo absoluto de una buena reputación. No existe control alguno sobre ellos y dichos garitos flotan sobre una espesa bruma de intereses, donde no se descarta el blanqueo de capitales.
El impacto social de los casinos y sus circunstancias, desemboca finalmente en el tema duro de la inseguridad y de la violencia organizada. Sobre esta situación, el actual Código Penal y las leyes federales en la materia, se encuentran grotescamente desfasadas. De tal suerte que, lo ocurrido recientemente en Monterrey, seguramente dará pie a una necesaria modernización legislativa sobre la materia. Aunque, para tristeza del país, taparemos el pozo, después de ahogado el niño.
Viéndolos objetivamente, los casinos presuponen dos caras: la positiva es la derrama económica y los empleos que se generan por ésta vía; la segunda, lastimosamente la más cuestionada, engendra temas de decadencia social, como el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución y la violencia.
Un punto aparte de esta temática, lo constituye la Ludopatía, que es calificada como un impulso irrefrenable de jugar, todo ello a pesar de estar consciente de sus negativas consecuencias. Se le considera básicamente como un trastorno patológico.
Algunas de sus manifestaciones son las siguientes: a).—La persona tiene pensamientos frecuentes sobre experiencias relacionadas con el juego.b).—La persona requiere cada vez más de mayores apuestas, atado a una absurda cadena de emociones.c).---No puede dejar el juego, sin sentirse inquieto e irritable.d).—El individuo intenta recuperar las pérdidas del juego, con más juego.e).—La persona le miente a su familia, amigos o terapeutas, sobre las cantidades que destina al juego.f).—El protagonista, puede llegar a violar la ley, para obtener dinero y seguir jugando. Y por último, el jugador recurre a su familia u amigos, para pedir prestado y seguir jugando.
En este sentido, el escenario del azar y su industria de garitos, implica según los especialistas dos conceptos que no deben de faltar, a la hora de un análisis serio sobre el particular. Esto es, la necesidad de “educar” a los jugadores sobre una actitud sana y responsable. Y la advertencia para que no caigan en un abismo de tipo patológico.
Imagínese usted, estimado lector, el mundo de esas mujeres de la clase media alta neolonesa que fallecieron, damas sin otra vida que encerrarse a jugar frente a una máquina. Muchas de ellas, seguramente ya estaban convertidas en ludópatas consumadas.
Por todo eso y más, me parece que, el drama de la muerte masiva en el Casino Royal de Monterrey, debe implicar acciones mucho más profundas que la simple judicialización.
Todo esto, arroja preguntas interesantes: ¿A que se dedica la clase media alta en México..? ¿Qué sucede con las mentes de esos personajes, hundidos en la semi penumbra de un recinto, mediatizado por la música adictiva de las máquinas y sus cantos de sirenas lúdicas..?
Dicen que cuando alguien cae en sus garras, es difícil sustraerse a sus encantos. Los jugadores del Casino Royal, murieron anestesiados por la obsesión de los bingos y otras inyecciones emocionales.
-----------ALFREDO Y LA DISCRETA ESTRATEGIA DEL PRESUPUESTO---
Ciertamente las cifras son metálicas. Pero en manos humanas, adquieren sensibilidad y visión social. En el Tamaulipas de Egidio Torre Cantú, la lucha educada y diplomática por adquirir mayores recursos, para hacer frente a nuestra compleja realidad, es tarea medular. Hablo de un trabajo sexenal que, no es visible a los medios, pero que se hace presente en acciones contundentes, como el paulatino avance en el tema de seguridad.
Atrás de estas acciones, se palpa el trabajo del Secretario de Finanzas Alfredo González Fernández. El hombre va y viene a la ciudad de México. Toca puertas. Defiende el punto de la inversión que resulta crucial para que nuestras familias vivan en paz. De esta manera, Alfredo se convierte en actor importante de un escenario tamaulipeco, pródigo en esperanzas por un futuro mejor.