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¿Y de quién era el harem?

Fernando Acuña

1 de diciembre, 2011

Recientemente comía con  el titular de un  organismo educativo en Tamaulipas. Pedimos vino tinto.

Las copas vestidas a la mitad por el color púrpura; macerados los mostos en el justo  equilibrio  de una guarda exquisita, entregada a  la madurez de sus texturas y sus aromas. Más allá del ángelus, sobre el mantel de un meridiano sin prisa, la charla iba de un tema a otro. No había recuerdos de amistad, pero tampoco divergencias. Solo matices de coyunturas existenciales. Convivíamos.

----¿Y cómo  te  ha ido  ahora, en tu regreso…?

----Estamos bien, convoqué  a algunos colaboradores para hacer un libro de matemáticas. El plan es  facilitarles a los muchachos el aprendizaje.  Su piel  oscura. Los ojos sexagenarios agazapados, sobre  huellas de desvelo, de astucia  y de pragmatismo. El pelo blanco  y unas cejas arqueadas como águilas planeando sobre sus presas.

----¡Salud..! Nuestro personaje conocía  el terreno. Se había  forjado en un crisol  de grillas  y nombramientos. Raspado, pero arriba  del caballo, en un sistema de entramados, de reglas invisibles. Su vida no era diferente al resto del cosmos burocrático, regido por  las leyes del tiempo y de las  lealtades sometidas  a la implacable evaluación de sus camarillas.

 ---¿Y cómo encontraste  las cosas..?  Dio  un sorbo lento al cabernet chileno. Cortó  en trocitos la empanada  y me miró  sonriente,  con  la obviedad  del gesto predecible, dispuesto  a contestar detalladamente  una pregunta  que ya esperaba:

----- Pues mira,  la verdad es que encontré  mucha gente que cobraba sin trabajar. Para empezar, mi antecesor  tenía a su servicio  a nueve muchachitas que le servían como edecanes. ¡Se les dio de baja!

-----¿Nueve..?  Tres ó cuatro me parecería normal..pero nueve me huele a un harem.

----Eso no lo podría  aseverar. Pero, ciertamente, todas ellas  guapas.      

A esa hora, ciudad se recostaba en su siesta de arterias parsimoniosas. Los negocios de la calle Carrera, lucían todavía  cerrados, atados a los ritmos  del  poder gubernamental y su  burocracia. Solo las  gasolineras atendían clientes esporádicos. Los bancos casi llegaban al filo de su jornada. Ya no profundizamos más en el tema. La charla se fue agotando, en  una  desembocadura  de frases periféricas.

El  mesero regresó, con la charolita de la cuenta. A su regreso trajo dos natillas chiclosas. Nos despedimos  de  aquel agradable encuentro. El funcionario volvía  a su plantel, para seguir ejerciendo el pequeño gobierno  de la enseñanza; el periodista  lo hacía también hacia  su trinchera de libros  y de datos: la faena  cotidiana  de una redacción conectada a una y mil terminales  de la sociedad y el poder en tránsito.   

 La magia de llegar frente al teclado  e iniciar la  construcción del texto, respetando el bosquejo del testimonio y su arquitectura. No había olvidado la idea central de aquel encuentro. Por eso, las primeras que saltaron sonrientes hacia la hoja en blanco, fueron aquellas graciosas  chiquitinas, anidadas en la nómina, emparentada con la tradición oriental  de  los sultanatos.

Aunque,  en occidente, más de una vez recubierta bajo el manto auxiliar  de las edecanes. Medio en serio, medio en broma, no pude evitar compartir, mi especulación con los lectores:

----¿Y  para quien era el harem..?

--ACUDEN  LUCINO  Y  GONZALES SALUM, A  UNGIMIENTO DE ALEJANDRA LÓPEZ-   

Eran  las cinco de la  tarde en punto. La fiesta partidista se  asomaba por el portón de la calle Doblado. Las mujeres  del  ONMPRI, entronizarían  esa tarde a  la nueva dirigente del organismo, en esta capital, Magnolia Alejandra López Sevilla.     

Desde temprana hora habían estado llegando las militantes de todas  las edades. Mujeres jóvenes, ó señoras  de tres  o de cuatro  décadas. Un ayudante programaba canciones  y  cuatro chavas de camisetas verdes  hacían  sonar rítmicamente sus tambores.        

Para muchos  de los ahí presentes, fue una agradable sorpresa, ver el arribo  del jefe político victorense Miguel  González Salum,  del Presidente  Lucino Cervantes  y de la dirigente  del ONMPRI en el estado  Blanca  Anzaldúa Nájera. Los acompañaba el joven José  Ángel  Cárdenas Castillejos, líder del partido en el municipio. Es decir, toda la plana mayor, para  respaldar con su presencia aquel cambio de estafeta. En su arribo al ONMPRI, la Directora de la Prepa, “Torres Bodet”  y catedrática de la UAT, estuvo bien arropada.     

Bastaba  con ver aquel evento, para  constatar que el  PRI  tamaulipeco no se echa a dormir. Y  que  trabaja en todos los frentes de su organización para consolidar  la estructura que habrá  de ser la maquinaria de guerra, en el frente político-electoral  del 2012. 

Pareciera que el jefe Lucino tiene el don de la ubicuidad, pues  está presente en todos los  actos de su partido. El miércoles por la tarde,  el primer sorprendido con su presencia, fue el maestro de ceremonias, quien  al  anunciar a las personalidades del presídium, le dio la bienvenida a una supuesta representante del jerarca estatal.

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