Luis Alonso Vásquez
Dirección General
Martha Isabel Alvarado
Sub Dirección General
22 de septiembre, 2013
La semana pasada quedará en la historia moderna de México, como una de las más complicadas en cuanto a desastres naturales.
Todo lo que se vio en el estado de Guerrero, y particularmente en Acapulco, marcará al sexenio de Peña Nieto. Y por las acciones que tome en lo inmediato, habrá de recibir el aplauso o el rechazo.
Hoy, ha quedado una vez más al descubierto una pésima construcción de la Autopista del Sol, en donde con sus derrumbes y cortes, también afloró la corrupción y la desfachatez.
También, al bajar las aguas, en Acapulco se asoma un mundo de suciedad política, al que al gobierno federal debe hacerle frente, y entre más pronto mejor.
Para los muertos, justicia. Y ahí, hay culpables. Por eso decíamos que el Presidente de la Republica debe mostrar su mano dura y castigar a los causantes de la desgracia.
La naturaleza no causó el daño. Lo acusaron autoridades guerrerenses incompetentes, funcionarios del pasado y del presente corrompidos. Esos que sin rubor alguno autorizan fraccionamientos y asentamientos donde no se debe; aquellos que avalaron una autopista sabiendo que era inviable: ellos, hoy deben ser llamados a cuentas.
En el transcurso de los días siguientes, ya con el restablecimiento de las actividades en el máximo centro turístico del país, ya con las aguas abajo, se debe limpiar el lodo, pero no solamente el que han dejado las lluvias, sino el lodo de la descomposición, de la perversión y la podredumbre que ha salido con la desgracia ocurrida.