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Hollywood... ahí vienen los húngaros

Fernando Acuña

20 de diciembre, 2011

En las navidades de 1969  y 1970, las noches rurales de la huasteca llerense  se iluminaban  con el barullo de los cines ambulantes. Eran compañías itinerantes integradas  en su mayoría por mujeres de vestido largo y mirada misteriosa.

Se instalaban en los campos  de beis bol, con sus destartalados camiones  y sus carpas desaliñadas. Colocaban una bocina negra en la punta de los horcones  e inundaban el caserío con sus canciones rancheras.  Bandadas  de chiquillos salían corriendo, con un grito de temporada que ya todos conocíamos

:---Ya llegaron los húngaros. Eran los cines trashumantes de aquellos tiempos, que generalmente voceaban su cartelera, en  un camionetita  de tercer uso, donde anunciaban películas  en blanco y negro  de Luis  Aguilar, proyectadas sobre  una sábana blanca, media desgarrada. Por  uno o dos pesos, uno podía ver al Látigo Negro galopar con su capa al viento, sobre los parajes de Tepoztlán, rescatando a Rosita Arenas. 

Pero,  el detalle  era que  aquellos extraños empresarios  no eran del país. Ahora sabemos que eran  parte  de las etnias gitanas, diseminadas por el mundo,  y  objeto de represión  y  rechazo en los países de Europa, y particularmente en Hungría.

En aquellos años, y me parece que hoy todavía,  en estas latitudes,  los grupos gitanos, son tomados también como húngaros, aunque  la realidad  es que en éste país se les discrimina.

 Por coincidencia, ó porque,  el  espíritu  del cine, tiene también algo de trotamundos, el caso es que,  algunos de los principales fundadores de Hollywood, fueron húngaros. Todo esto parece tener una explicación en que, durante los albores del cine en Norteamérica,  los inmigrantes que acudían a ver las funciones, eran masas empobrecidas que no  hablaban el inglés, sino que provenían de  naciones como Rusia, Hungria y Polonia.   Posteriormente algunas de estas gentes, se convertirían en  los principales empresarios cinematográficos que  borrarían  del mapa  a inventores como Tomás Alba Edisón y sus socios.

Adolph Zukor, de origen húngaro creo la Paramont; William Fox  también  de Hungría  fundó lo que hoy es la poderosa Century Fox; el polaco  Samuel Goldwyn contribuyó a la fundación de la Metro Goldwyn Mayer.  El pueblito  de Hollywood fue fundado en 1857, justo el año en que, la historia de México  registra el nacimiento de su Constitución liberal juarista.

 ¿Héroe o villano era don Benito..? El nombre  de la meca del cine global,  surgió, según los archivos virtuales,  por obra y  gracia de una señora que así lo bautizó, simplemente porque lo copió de la identidad que tenía un paraje, propiedad de algunos amigos. En la actualidad, se sabe que, los grandes estudios de cine que originalmente se asentaron ahí, vendieron los terrenos y se cambiaron fuera del pueblo. Por lo tanto, en sentido estricto, la ubicación topográfica de Hollywood, es solamente una marca.  Ubicados  ya en la butaca de esta luminosa historia, ahora sí, pasemos a criticar la  basura  que, año con año, nos envían  las trasnacionales del cine, ubicadas en Los Ángeles.

La verdad es que,  a estas gentes se les  secó el cerebro, pues cada vez más sacan films que compiten en lo trillado  y aun más, en lo ridículo.  Por ejemplo, échele  usted una miradita a las carteleras que, actualmente están ofertando en Cinépolis, la llamada  capital del cine. La de Jack y Jill, está para el arrastre. Nunca me había topado con una actuación de Adam Sandler  tan desastrosa. Y para acabarla de amolar,  deja muy mal parado  a nuestro comediante Eugenio Derbez.    

Hágame usted el caro favor, como es posible que pongan al “Lonje Moco”, haciendo  humorismo anglo, de plano ni se ríen los gringos, ni nos reímos nosotros los mexicanos. Y luego,  la interpretación  del oriundo de Brooklyn con el doble papel de su hermana gemela. Guácala. Es tan feo el fracaso, que en la sala de esta capital,  ya tiene más de quince días, (seguramente para desquitar lo que les costó traerla) y  por cada función, no se compran más de  20 boletos. 

 El Gato con Botas, rescatada del  escudero  de Shrek, simplemente no cumplió con las expectativas. Ya sacado del contexto del ogro  y el burrito, el minino español, de plano se pierde en una historia, por demás trillada y aburridona. No hay elementos novedosos, y hasta el huevo parlante que incluyen, se ve que fue plagiado de la Película de Huevos ya conocida por todos. Todo gira en torno a los famosos frijoles mágicos, que proviene del famoso cuento inglés, “Las Habichuelas Mágicas”.   

Los de Disney la usaron en su tiempo para recrear a su estrella Micky Mouse. Y  hoy nos lo quieren hacer tragar, en esta temporada decembrina, con todo y su cocota y sus palomitas. Está bien, se trata de divertirnos, pero  ofrezcan ya de perdido, algo  más de verse.Tal  vez  la temporada decembrina hollywoodense pueda salvarse con la ficción de Apolo 18, la cinta que plantea  una nueva respuesta a la misteriosa desaparición del recordado viaje interespacial lanzado a la luna en 1972. Un falso documental que pretende develar  el misterio, con la revelación de que, los astronautas norteaméricanos, se encontraron en realidad, con extraterrestres.

La temática, es también demasiado recurrente. Y  podríamos  compararla con la  designación de candidatos  del PRI, para  diputados federales  y senadores. ¿Qué seres extraños encontraremos en las listas palomeadas del  Revolucionario Institucional, en los días de enero..? ¿Serán realmente priístas ó alienígenas..? Se vale reír.

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